El libro de los "Salmos o Salterio" es una recopilación de trozos líricos de toda especie, cuyo número llega a ciento cincuenta; fue compuesto por muchos poetas de diversas épocas, desde David hasta la destrucción del reino de Judá.
Los salmos varían mucho entre sí, ya de homenaje al Eterno, de ruego fervoroso, de amargura, tribulación, etc. En todos ellos, sin embargo, se notan los mismos caracteres: imágenes grandiosas, profunda fe, estilo conciso y vigoroso y ninguna apariencia de estudio.
Al noreste de la provincia de Panamá, existe un territorio de tierras fértiles, cuyo regadío no es solamente posible, sino perfectamente productivo. Dos majestuosos ríos lo bañan: el Tuira cuyo curso inferior se llama Setegantí y el Chucunaque. No obstante, existe una zona desértica, olvidada e inexplorable. El panorama darienita es atractivo y acogedor.
En esa olvidada y menospreciada región, Darién rinde tributo al salmista y protector espiritual padre Héctor Quirós. Mortificado y caritativo es la cruz de todos los días; elementos esenciales para la salvación de los resignados darienitas, que le dieron al padre Quirós el consuelo familiar de vivir de acuerdo con los consejos y máximas del Evangelio. En su Eucaristía dijo: A ti, mi Cristo, te hablé guiado por el Espíritu Santo, para que tuvieras presente a tus hijos olvidados, desamparados y marginados a su lamentable existencia.
Mis hermanos son humanos que necesitan ser vistos de otra manera. Muchos problemas los acosan. No hay paz ni tranquilidad. Son objetos de raptos, violaciones, crímenes y amenazas constantes.
La fidelidad a Jesús hizo que el padre Quirós, en ese territorio, lograra sellar en el alma de la gente la fe y el amor a Dios.
Su práctica doctrinal es su fuerte. Dios lo vio todo y satisfecho quedó al sensibilizar el alma de los darienitas cristianos. Estos jamás lo abandonarán; su recuerdo es imperecedero. La imagen del salmista elocuente ha quedado sellada en sus corazones. Gracias mil, hermanos nuestros.