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CRIMENES FAMOSOS
Un sospechoso nada usual

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Por Max Haines

La policía francesa tenía pocas pistas sobre la identidad del violador fantasma.

Empezó como una violación aislada, pero pronto las fuerzas de la policía de varios suburbios parisinos supieron que tenían a un violador en serie en sus manos.

El 10 de julio de 1980, en Versailles, Francia, Marie Pichon, de 28 años, fue despertada de un sueño profundo. Era una noche pesada y calurosa. Marie estaba durmiendo desnuda. Mientras se frotaba los ojos, quedó aterrorizada por la aparición de un hombre a los pies de su cama. El intruso tenía en su mano derecha una navaja de resorte. Sus intenciones se volvieron claras como un cristal para Marie cuando dijo, "Sugiero que cooperes".

La violación duró menos de un minuto. Marie fue llevada al pequeño baño de su apartamento. Frío como un pescado, el violador, enmascarado y con guantes, tomó un destornillador de su bolsillo y sacó el picaporte del baño, dejando a Marie efectivamente encerrada en su propio baño. Diez horas más tarde, fue encontrada por un conserje inquisitivo y llevada rápidamente al hospital. Cuando volvió a su apartamento se dio cuenta que no sólo había sido violada sino también robada. Faltaban joyas por valor de 5.000 dólares, como así un pequeño televisor, algunos aparatos y un grabador.

El violador no dejó absolutamente nada en cuanto a pistas. Los detectives calcularon que había logrado entrar al apartamento por medio de un ganzúa. No tenían modo de saber que había sido la mala fortuna de Marie Pichon convertirse en la primera víctima de más 60 violaciones que aterrorizarían los suburbios de París por los próximos seis años.

Las violaciones continuaron. Los métodos únicos del hombre dejaban muy pocas dudas de que los ataques eran el trabajo de un individuo. Siempre concluía sus violaciones con robos y siempre sacaba el picaporte del baño a la víctima. La prensa llamó al enmascarado intruso El Fantasma. La única cosa conocida acerca de este criminal era que tenía acento parisién y que su semen, tomado de una de sus víctimas, indicaba que su grupo sanguíneo era del tipo O.

El 6 de febrero de 1981, Paulette Jacques, de 19, estaba dormida en el dormitorio de su apartamento en St. Denis cuando un intruso prendió las luces. Paulette intentó ser más lista que su asaltante. Le dijo, "Mejor use un preservativo. Estoy bajo tratamiento por enfermedades venéreas." Sin ningún indicio de enojo, el enmascarado hizo que Paulette practicara el sexo oral. Como todas las otras, fue encerrada en el baño. El Fantasma entonces saqueó el apartamento. Paulette pudo contar a la policía que por un instante había visto que el violador tenía bigote negro. Esta información fue añadida a las magras pistas conocidas acerca del Fantasma.

En septiembre de 1983, la Sra. Solange Millet, de 25 años, de St. Germain-en-Laye estaba mirando televisión cuando se vio abruptamente confrontada con un enmascarado. Usaba guantes y empuñaba una navaja a resorte. El Fantasma le ordenó a la Sra. Millet que se desvistiera. Ella cumplió. Mientras lo hacía, le dijo que estaba embarazada de cinco meses y señaló su vientre abultado. El Fantasma retrocedió y guardó el cuchillo. Tan rápidamente como había aparecido, dejó el edificio. Por primera vez una de sus víctimas no había sido ni violada ni robada. Las autoridades pensaron que el embarazo de la Sra. Millet había tocado una cuerda sensible en el violador. Quizás era un hombre casado con hijos propios.

Las víctimas de las violaciones tenían varias experiencias que relatar. El 4 de junio de 1984, en los suburbios de Vincennes, Claire Douillet fue violada y encerrada en su baño. El edificio del apartamento de Claire era grande, sin ventanas en los baños. Dado que ella había llegado a la zona el mes anterior, sabía que nadie podía venir. No tenía empleo ni amigos. Claire tenía agua, pero no comida. Se dio cuenta que si nadie la encontraba podía morir de hambre.

Por horas Claire se sintió como un animal enjaulado sin salida. Finalmente tuvo una idea que pudo muy bien haberle salvado la vida. Pasó papel higiénico a través de una salida de ventilación del baño. Desenrolló el papel para que volara en la brisa en el costado del edificio. Después de siete horas alguien notó el visible papel higiénico e informó al conserje del edificio. El sufrimiento de Claire Douillet había terminado. La policía convergió a su apartamento. Inmediatamente notaron la falta del picaporte de la puerta. Claire les contó sobre su atacante había escapado con platería monogramada que ella había heredado de sus abuelos. Por primera vez El Fantasma había robado algo rastreable.

Claire siguió diciendo que al Fantasma le faltaba la punta del dedo anular. Explicó que aunque no se había sacado los guantes, había notado que la punta vacía del dedo anular estaba achatada y vuelta hacia abajo. Los detectives ahora se dieron cuenta que no dejar huellas digitales no había sido la primera preocupación del violador. Usaba guantes para ocultar la parte faltante del dedo. Debe haber pensado que el dedo cortado ayudaría a su identificación.

La policía puso toda la información disponible en una computadora. Bigote negro, violador en serie, acento parisino, falta de la última falange del dedo anular izquierdo. La computadora escupió un nombre, Antoine Louby. Había un problema. El Sr. Louby estaba actualmente en prisión y había residido allí durante los últimos tres años.

El 8 de marzo de 1985, El Fantasma cometió su primer error importante. Había estudiado una casa en el 19 de la Avenida Gabriel Peru en el suburbio de Gennevilliers, donde una mujer de 27 años vivía sola. Sin que el violador lo supiera, la mujer se había ido el día anterior, pero su hermano, Jerome Dubois, estaba durmiendo en la casa por esa noche para cuidarle la propiedad.

LA MASCARA ARRANCADA DE LA CARA

Jerome despertó en la mitad de la noche para ser sorprendido por un hombre con un cuchillo a los pies de su cama. Jerome no lo dudó. Saltó de la cama y se puso a luchar con el intruso. En el curso del forcejeo, la máscara del hombre le fue arrancada de la cara. Este se las arregló para recoger la máscara y huir de la casa con Jerome siguiéndolo de cerca. El hombre despistó a su perseguidor, quien inmediatamente llamó a la policía. Estos calcularon correctamente que El Fantasma había atacado nuevamente y sólo por suerte no había cometido otra violación.

A pesar de lo cerca que estuvo de que lo atraparan. El Fantasma siguió violando y robando. Mientras tanto la policía intentó rastrear la platería monogramada robada a Claire Douillet. A fines de 1986, esta vía de la investigación dio resultado. La platería apareció en posesión de algunos bomberos en Eaubonne. Cuando los interrogaron, los bomberos revelaron que habían comprado la platería a un precio de regalo a su jefe, Jean-Pierre Marsal. Un sospechoso más improbable sería difícil de encontrar. Marsal tenía 42 años, estaba felizmente casado y era padre de dos hijos grandes. No tenía antecedentes policiales. Sin embargo, tenía bigote negro, acento parisino y le faltaba la última falange del dedo anular de su mano izquierda. La había perdido en una pelea años atrás.

La casa de Marsal fue revisada. La policía encontró un llavero de ganzúas, una máscara, y muchos de los artículos robados a sus víctimas. Enfrentado con la evidencia incriminatoria en su contra, Marsal confesó 61 violaciones y robos. La policía se dio cuenta que muchas más violaciones habían sido cometidas, pero no habían sido informadas.

Los detectives le preguntaron al bien conceptuado jefe de bomberos por qué había entrado a una vida de crimen. El culpó de ellos al aburrimiento. En 1980 se había lesionado una pierna y mientras se recuperaba, no tenía nada que hacer. Fue durante ese período que decidió dedicarse a robar. Las violaciones siguieron como un pensamiento posterior cuando encontró a su primera víctima durmiendo desnuda.

El 5 de junio de 1987, Jean-Pierre Marsal se declaró culpable de todos los cargos. Fue sentenciado a 14 años de prisión.

 

 

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El 5 de junio de 1987, Jean-Pierre Marsal se declaró culpable de todos los cargos. Fue sentenciado a 14 años de prisión.

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