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La revuelta verde

Adán R. Schultze | Economista

La historia se repite en espiral. Esta célebre frase se aplica adecuadamente en los recientes hechos políticos que estremecen a la República Islámica de Irán. La "dudosa" victoria del presidente extremista Mahmmud Ahmadinejad en los comicios el pasado 13 de junio, frente al reformista Mir Hossein Mousavi, ha provocado la más cruel represión policial jamás vista en Teherán. Semejante reacción no ocurría desde que en 1979 se proclamara el Estado religioso y se derrocará al Sha Mohamed Reza Palevi.

La Revolución Islámica que instauró el ayatolá Ruholla Jomeini, hace 30 años, pareció convertirse en una alternativa positiva y humanista frente a los regímenes árabes presidencialistas con ideología modernista liberal, como Egipto, Siria y Líbano. Sin embargo, el estallido de la guerra entre Irán e Irak en 1980, provocó la radicalización del fundamentalismo promovido por Jomeini.

Hace tres décadas, la gente se cansó de los abusos autoritarios del monarca Reza Palevi, ese mismo que vino huyendo a Panamá para refugiarse en Contadora bajo la sombra del General Omar Torrijos. Hoy, toda una generación nacida bajo la conflagración contra Bagdad entre 1980 - 1988, se cansó del régimen radical de los ayatolás y de Ahmadinejad.

Irán es un país de 72 millones de personas, de los cuales unos 20 millones son jóvenes menores de 35 años. Este sector de la población iraní apoyó decididamente a Mousavi, que lidera la "revuelta verde", color que lo distinguió en las elecciones presidenciales.

Miles y miles de personas han salido a las calles de las principales ciudades iraníes a protestar contra el régimen islámico y el radicalismo del presidente Ahmadinejad, pese a la manipulación electoral, la amenaza contra los medios de comunicación, la censura previa y la represión.

Mujeres pidiendo democracia llevando el tradicional "chador" (el manto negro que cubre a las damas), jóvenes con cintas verdes atadas en sus brazos, y carteles pidiendo nuevos comicios, estremecieron al Gobierno autoritario de Ahmadineyad, quien es realmente una marioneta del Líder Supremo islámico, el ayatolá Ali Jamenei.

En Irán, el Consejo Supremo de los Ayatolás domina todo el país y hasta define cuáles pueden ser candidatos presidenciales. Los líderes religiosos imponen el fundamentalismo islámico chiíta, con la aplicación de la "sharia" (ley divina). Empero, la nación persa no puede resistirse a los cambios globales y la modernización de la cultura humana.

Mientras, los ayatolás piden regresar a las doctrinas y normas que aplicó el Profeta Mahoma hace 1,400 años, la juventud iraní que nació durante la guerra contra Saddam Hussein prefiere vestirse con jeans, comprar "iPods", oír música moderna y ver la televisión occidentalizada. Esos adultos jóvenes son los que más rechazan el régimen de los líderes extremistas iraníes.

El mundo espera que la denominada "revuelta verde" sea el paso previo a una reforma profunda en el sistema político y religioso de Irán. Un país en donde su presidente, el reelecto Ahmadinejad, amenaza con borrar del mapa al Estado de Israel; además de negar el "Holocausto", es decir, la muerte de seis millones de personas a manos de la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).



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