En Panamá va aconteciendo una guerra aparentemente sin fin. Los contrincantes son: el gobierno con su "Ley de la muerte", como la califican los de FRENADESSO y los huelguistas (obreros, maestros, médicos, trabajadores administrativos de la Caja de Seguro Social, enfermeras y afines) que propugnan por la derogación o muerte de la mencionada ley.
El gobierno ha llamado a un diálogo por noventa días hábiles para discutir sobre la reglamentación de la "Ley de la muerte", pero FRENADESSO mantiene su decisión de continuar la huelga nacional hasta tanto se dé muerte a la "Ley de la muerte". Mientras tanto, el país se aboca a seguir soportando, por 90 días más, los cierres de calles, carreteras y avenidas de las ciudades, las marchas continuas, los tranques descomunales, las calles incendiadas, las escuelas cerradas (maestros en huelga pagada por el Estado), la crisis económica y el Gobierno paralizado. Un gobierno tímido, asustado y confuso que no da señales de acción para la debida solución de la crisis nacional.
Los huelguistas, bajo la dirección de los obreros, amenazan con la desobediencia civil, cuentan con el apoyo de buena parte de la población con donaciones económicas populares y desestiman las represalias oficiales, la cancelación de sus salarios y el encarcelamiento de sus manifestantes en la vía pública.
El gobierno, tímido, suplicante, pide a los huelguistas retornar a sus puestos de trabajo y sentarse a la mesa del diálogo convocado por el Presidente de la República. Pero los huelguistas no creen en el gobierno y por lo tanto queda una solución: Se mantiene la "Ley de la muerte" o se deroga y muere la tan discutida ley. ¡Cambio y fuera! ¡Aleluya, aleluya, aleluya!