Este texto no pretende decir que los que no son pastores tienen luz verde para cometer el adulterio. Intentamos enfocarnos únicamente en un aspecto de la vida de un hombre con responsabilidad dentro de una iglesia cristiana y qué mejor manera de citar a la Biblia para definir los requisitos de un pastor: En 1 Timoteo 3: 1-7 y en Tito 1: 6-9 dice así: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.”
Más claro que el agua no puede estar. Una persona no puede aconsejar a los demás que no roben si él es un ladrón de primera; igual ocurre con un ministro de la iglesia o un consejero matrimonial que se dedique supuestamente a resolver problemas de los demás, cuando en su casa hay tormentas eléctricas en su relación matrimonial.
Un pastor debe tener buen testimonio tanto dentro de la iglesia como fuera de la iglesia. Por estas consideraciones, es que un anciano o pastor que comete adulterio está descalificado para seguir manteniendo ese oficio, no importa si se ha arrepentido y ha sido perdonado.
Usted puede buscar arrepentimiento en la palabra de Dios. De seguro logrará perdón de Él por su misericordia, pero lamentablemente no puede fallar en su ministerio.
Hermano, si usted anda en este asuntito, deje de jugar con Dios y con el diablo.