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La superficie terrestre es 71% agua; de ella el 97% corresponde a los mares, 0.75% lo forman los lagos y ríos de agua dulce y 2.25% es agua congelada de los glaciares.  |
Iniciamos hoy con este artículo, una serie de ellos, relacionados con esa gran reserva de la humanidad que son los océanos.
Algunos de sus aspectos, los presentaremos en secuencia cronológica, de tal suerte que el lector pueda, para su mejor comprensión seguir paso a paso los procesos evolutivos de lo que ha acontecido en los mares, desde su origen hasta nuestros días.
Entre todos los planetas de nuestro sistema solar, la Tierra es el único donde se producen lluvias, existen ríos, mares, lagos y océanos.
Otros como Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, están bastante distantes de nuestro sol y por lo tanto son demasiado fríos como para presentar mares o cuerpos de agua bajo el estado líquido, tal como lo conocemos en nuestro planeta.
Mercurio, el planeta más cercano al sol, presenta altas temperaturas, no pudiendo por ello tener la menor cantidad de agua; además no posee, debido a su pequeño tamaño, una fuerza de gravedad capaz de conservar gases o agua bajo la forma de vapor.
El planeta Venus tiene algo de atmósfera con pequeñas cantidades de vapor de agua; Marte, es el único que presenta una cierta cantidad de agua, productos de los casquetes polares que se observan durante el período invernal marciano, pero no hay evidencias de que tenga ni lagos, ni ríos, ni mares.
La Tierra es pues, el único de los planetas de nuestro sistema solar que posee agua y la tiene en una proporción tal, que su nombre más bien debiera ser planeta Agua y no Tierra.
La superficie terrestre es 71% agua; de ella el 97% corresponde a los mares, 0.75% lo forman los lagos y ríos de agua dulce y 2.25% es agua congelada de los glaciares.
Hace aproximadamente unos 4,600 millones de años, como producto de la Gran Explosión, conocida científicamente como el Big Bang, nuestro planeta comenzó a adquirir su forma, partiendo de una nube de polvo cósmico que se fue contrayendo; para ese entonces no existían los océanos. A medida que esa nube se iba condensando, amalgamaba y calentaba, la masa planetaria y sus elementos sólidos se fueron transformando en roca fundida; los menos pesados subieron a la superficie; algunos desaparecieron bajo el estado de gases y otros formaron un mar hirviente de roca líquida.
Al transcurrir los siglos, las rocas de la superficie se enfriaron y endurecieron, constituyéndose en masas flotantes las cuales, al soldarse, crearon la corteza sólida que conocemos como litósfera. Mientras esto sucedía, los volcanes exhalaban vapor y otros gases a la candente y prehistórica atmósfera.
Millones de años después, esa atmósfera se enfrió lo suficiente como para que el vaho volcánico se convirtiese en vapor de agua, el cual al condensarse en el firmamento, bajo la forma de lluvia, comenzó a precipitar sobre la superficie terrestre; se produjeron así las primeras lluvias; estas lluvias continuaron sin parar por miles de años, cubriendo extensas zonas de la superficie terrestre, tanto en sus partes planas como en las hondonadas, fue así como se originó el primer océano, el cual se llamó Mar de Tethys.
Algunas rocas de naturaleza granítica, por ser más livianas que las balsáticas, emergieron y se secaron configurando lo que sería el primer continente, que luego se convertiría en el super continente continuo que se considera existió hace unos 200 millones de años y que se denominó Pangea.
Millones de años después la masa continental única comenzó a separarse originando dos bloques principales, Eurasia y Gonwana. Con el transcurso de los siglos Eurasia originó el norte de América, Europa y el Norte de Asia. Por su parte Gonwana dió origen a América del Sur, África y el Sur de Asia.
Mientras esto ocurría, el Mar de Tethys se infiltraba entre las masas continentales constituyendo de esa manera los océanos que hoy día conocemos. |