Desde la presencia de Eva, en aquel paraíso de ensueño; desde la mítica Helena, por la que los troyanos y griegos entraron en cruenta batalla, o desde el momento en que Santiago Nazar se fijó en la hermosa Angela Vicario, en la novela magistral de García Márquez, las mujeres son el acompañante perfecto, ideal y poético de los hombres.
Es por una mujer que los hombres perdemos la cabeza, es por unos ojos, por unos labios, por una sonrisa, pero, sobre todo, por una mente y alma, pues ellas son la dulzura y la tristeza de los días en la vida.
No creo que Neruda nos hubiese regalado sus versos "añejados" como el mejor vino de su tierra, si no es por la presencia forzosa de penas de amores en su alma.
Entonces por qué molestarse si una mujer escribe de fútbol; es más, hay que dejar que el sector femenino se una a este deporte a nivel nacional, hay que dejar que expresen sus ideas, su forma de ver el deporte.
Soy parte de este diario en su sección de deportes y creo que tenemos un equipo, que sin perder la humildad, hace un trabajo para el lector, y por esto no puedo dejar pasar por alto que quieran menospreciar el trabajo de mi colega Edith Gough, sólo por ser mujer. (Colega porque ella estudió periodismo).
Es más, me extraña un reciente e-mail, no sé enviado por quién, en el que se burlaban y cuestionaban su estilo.
Esto y otros detallitos son normales en el machismo, bien explicado en la cumbre literaria del Perú, en Mario Vargas Llosa, en su inmortal obra "La Ciudad y los Perros".
También me decía otra persona que por qué permito que ella escriba. Pues la razón es sencilla, primero la envidia es tonta, es ridícula, a mí me parece hasta ignorancia.
Dejen que la chica escriba, exprese lo que siente, para qué censurarla, esa es su verdad, es su forma de ver la selección.
Es de personas inteligentes respetar a una mujer; claro, también hay derechos a rebatir su opinión, pero con respeto, no con chabacanería, es con altura.
Hay que darle espacio a las chicas, a todas, pues de la otra forma seríamos machistas, seríamos como el "Jaguar" en la novela de Vargas Llosa, seríamos, en este orden, un simple "perro de la cuadra".