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Ahora está de moda el término "pederasta". El escándalo ha sido mayúsculo en Estados Unidos, principalmente porque quienes están en el foco de atención son los sacerdotes que abusaron sexualmente de muchos chiquillos.
En Panamá hemos tenido muchos casos similares a los denunciados en el coloso del norte. Y aquí tampoco se hizo nada, como tampoco en Estados Unidos hasta ahora, cuando la iglesia está siendo demandada por cantidades millonarias, principalmente por guardar silencio y encubrir a los pederastas. ¿Podrá ser demandada la iglesia panameña también?
Aquí sería muy difícil. Sin embargo, el punto está en que no son solamente los curas quienes incurren en esta barbaridad. Hay muchos civiles, ciudadanos comunes, quienes abusan sexualmente de niños y niñas. Hace poco tuvimos un caso en una escuela primaria, donde un hombre en un carro raptó a una chiquilla de cuarto grado para abusar de ella.
En el país este tipo de delitos es penado con prisión de cinco a diez años. En algunos casos, como cuando el violador es el padre o la persona que tiene a su cargo la guarda o tutela del menos de edad, la investigación se puede iniciar sin que medie una querella criminal. No obstante, cuando es un desconocido se necesita que un adulto -en un límite de tiempo definido- ponga la denuncia; si no, queda en el olvido.
Puede ser por estas limitaciones que los procesos se enredan tanto, y casi nunca llegan a buen fin. Queda abierta la puerta del proceso civil, que no prescribe, pero poco panameños dominan o están interesados en entrar en ese terreno.
Por eso andan sueltos muchos abusadores de niños, quienes lastimosamente nunca verán caer el peso de la Ley sobre ellos. Y nuestros menores crecerán con ese dolor y esa vergüenza. |
