Paso Canoa, frontera sur. Los tres costarricenses sorprendidos en Panamá con un lote de armas, el fin de semana anterior, cayeron en la trampa que les tendió un agente encubierto.
Los investigadores de ese país permitieron que los nacionales entraran hasta un sitio donde lavan carros, a escasos 10 metros de la línea fronteriza. Ahí tenían que dejar la carga a un contacto.
ARSENAL EN TRANSITO
Entonces, los nacionales -de apellidos Baúles (33 años), López (32) y Tejada (mujer, 31 años)- fueron acorralados por la Policía. Ahora están a las órdenes del fiscal de Chiriquí, Hernán Mora.
Las autoridades les abrieron causa por tráfico de armas, delito que se castiga con pena de 5 a 8 años de cárcel, dijeron fuentes del Ministerio Público panameño.
El grupo movilizaba 25 fusiles AK-47 y un FAL que, según el fiscal Antidrogas de Panamá, Patricio Candanedo, iban para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Negocio cantado. Los costarricenses -en compañía de un panameño de apellido Castillo- llegaron a la frontera, eran las 7: 30 p. m., a bordo de dos vehículos.
Baúles guiaba el pickup que llevó las armas; los otros viajaban en un Nissan con el panameño.
El contacto los esperaría en el lavadero de carros para cambiar las armas a otro vehículo de placa panameña. De ahí serían llevadas a otra persona en David, Chiriquí.
Los nacionales entraron en sospechas cuando llegó el negociador (el agente encubierto).
Uno de los ticos intentó escapar y para detenerlo hubo necesidad de dispararle. Nueve carros de la Policía panameña intervinieron para impedir que el grupo huyera.
Mientras, el ministro nicaragüense de Defensa, José Adán Guerra, expresó ayer a ACAN-EFE que no existen evidencias de que el cargamento salió de su país, como se afirmó en Panamá.
Las autoridades nacionales, por su parte, sospechan que en territorio nacional hay un buzón de armas y que los traficantes las sacan "a cuentagotas".
El lunes, la Policía nicaragüense encontró en la población de Tipitapa un depósito de armas que al parecer iba a ser movilizado hacia Costa Rica.
Como parte del arsenal se incautó de tres AK-47, tres lanzacohetes RPG, 120 morteros y 70 granadas.
UN TICO HABRIA SIDO BALEADO
El intento de escape le habría costado a un costarricense de apellido López recibir una bala en la pierna derecha, de acuerdo con un testigo que presenció el operativo de captura de los presuntos traficantes de armas.
"En el lugar habían muchos carros; nunca pensé que fueran de la Policía. De un momento a otro vi gente que corría y segundos después alguien disparó", contó Luis (no dio el apellido), un panameño que se gana la vida arreglando llantas.
Una de las balas hizo impacto en un vehículo, muy cerca de donde laboraba.
"El tico (López) se bajó del carro y empezó a correr, pero no en dirección a Costa Rica, sino a Panamá. Los policías le disparaban a las piernas. En eso lo vi caer", aseveró el testigo.
Zona bajo control. Las armas estaban en dos sacos. Durante 45 minutos, las autoridades panameñas llevaron a cabo un intenso rastreo.
"Llegué a la gasolinera y me sonó el teléfono; era mi hijo. En eso se acercaron dos policías y me quitaron el aparato.
"Dijeron que estaban en una investigación", manifestó un costarricense de apellido Aguilar, vecino de la frontera.
Los costarricenses detenidos en Panamá viven en barrio San Jorge y en Bambito, Canoas. Sus familiares prefirieron no referirse a lo ocurrido.