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Roberto Díaz Herrera, el detonante. |
Un día como hoy, hace 14 años, la noche del 9 de junio de 1987 surgió una multigremial organización denominada "Cruzada Civilista", que con pañuelos, pitos y pailas iniciaron una lucha de resistencia civil contra la dictadura militar que operaba bajo el lema de las "tres p": plata para el amigo, plomo para el enemigo y palo para el indeciso.
Uno de los fundadores de esa alianza entre grupos cívicos, empresarios, obreros y políticos, Aurelio Barría Jr., sostiene que al igual que en 1987, hoy se deben hacer correctivos en la administración pública. Parece que la mandataria Mireya Moscoso tiene la intención de que se corrijan algunos problemas, pero debe hacerlo "pronto y no demasiado tarde. Hay que hacerlo con hechos y no con palabras".
La Cruzada Civilista tuvo su origen en las denuncias que formuló el entonces jefe de Estado Mayor, Roberto Díaz Herrera, quien tras ser jubilado, vinculó al general Manuel Antonio Noriega en el tráfico de drogas y el asesinato de opositores, entre ellos, Hugo Spadafora.
Díaz Herrera confirmó lo que se sospechaba. Sus declaraciones provocaron un terremoto social, político y económico con su secuela de bombas lacrimógenas, balas, arrestos, torturas, manifestaciones y cierre de periódicos y emisoras.
El padre Fernando Guardia reveló que la idea de la Cruzada surgió de un viaje a Filipinas con Aurelio Barría, al que también asistió el entonces magistrado del Tribunal Electoral, Luis Carlos Chen.
Aurelio Barría Jr. al hacer un balance de la Cruzada Civilista recuerda que ésta se inició como un movimiento contra los militares vinculados al narcotráfico, contra la corrupción que se daba en todos los niveles y la violación de los derechos humanos.
Fue un movimiento pacífico, no rompiendo vitrinas ni quemando automóviles, resaltó Barría, quien destacó que en este momento hay que reflexionar que "no es el color del vestido lo que distingue el grado de corrupción que pueda existir en un país en determinado momento".
El problema no es si es "verde, usa bata, guayabera o traje", sino que los panameños, al igual que en 1987, sienten que hay que hacer los correctivos en la administración pública, destacó Barría, resaltando que hay que luchar por los principios que motivaron a los panameños en otras épocas.
Estas fechas nos recuerdan que en un momento dado, el pueblo se cansa cuando no hay respuestas, cuando la corrupción llega a niveles enormes y no hay oportunidades, ni trabajo, expresó Barría. La idea ahora -añadió el exdirigente- es que la gente reaccione, pero no destruyendo, sino presionando para que el gobierno que sea corrija rumbo.
Barría sostiene que la Cruzada no fue un movimiento para tumbar al gobierno, sino para adecentar el país. Yo creo que en estos momentos debemos pensar que el país requiere que las autoridades sientan que la sociedad está afectada por problemas sociales, económicos y éticos.
Para el hombre que ahora se desempeña empresarialmente en una compañía de la Zona Libre, se deben adoptar medidas rápidas para lograr los correctivos necesarios. Ahora es una necesidad, no una lucha, porque no se trata de confrontación, sino de corrección.
Aurelio Barría percibe algo de voluntad en el gobierno. Los asesores presidenciales han llamado la atención de los graves problemas que confronta la mandataria y creo es una reflexión de que Mireya Moscoso tiene la intención de que esas cosas se corrijan.
En tanto, el también exdirigente de la Cruzada, Gilbert Mallol sostuvo que la multigremial organización cumplió con su propósito de lograr una verdadera democracia para el país y en eso involucró a toda la ciudadanía a que tomara conciencia nacional.
Se le transmitió al panameño que tenía "el poder de poder tomar decisiones" que fueran respetadas, entre ellas, la elección de sus gobernantes, expresó Mallol.
Para Gilbert Mallol, los propósitos se cumplieron, el ciudadano fue fuente y motor de cambio. Hoy tenemos un país con dos elecciones en que se han respetado la voluntad popular, y aunque tenemos muchos defectos, hay que recordar que la democracia se perfecciona.
Ahora, "sin la menor duda", vivimos en un mejor país al que teníamos antes de la invasión y durante la dictadura militar. Hoy el país vive momentos de crisis, pero distintos a los de carácter político y representativos de la década de los ochenta.
Mallol también advirtió que uno de los principales problemas de Panamá, es la corrupción. Existe mucha corrupción y negarlo, sería "tapar el sol con una mano". |