La participación de los padres con sus hijos en el deporte es excelente. Es un apoyo tremendo para incentivar a sus hijos a ser ese atleta familiar anhelado.
Todo va bien en la mayoría de los casos. Salvo esas excepciones a la regla cuando el padre se convierte en su entrenador y, sin darse cuenta, se mete tanto en el tema que se convierte hasta en el amo, dueño y señor técnico de lo que hace o deja de hacer su niño, contradiciendo al verdadero técnico, a tal punto que sabe más que el que más sabe, se convierte en un mago Mandrake.
Estos casos hacen daño al atleta. No son beneficiosos. Hay buenos ejemplos del camino correcto. El caso Saladino es buen ejemplo, o el de la mayoría de los boxeadores, en el que los padres dejan al atleta crecer.
Nos omitimos los malos ejemplos para no herir epidermis, muchas de las cuales son tan sensibles, que una palabra mal puesta y se forma la lloradera. Pero es que los atletas no son de azúcar.
El tema paternal se vuelve conflictivo, porque muchas veces se hace sin maldad, sale de la propia personalidad del padre.
Con esto no critico la participación, el estímulo y el apoyo de los padres, todo lo contrario, lo alabo por la profundidad intrahistórica que tiene con su pequeño deportista.
Al atleta hay que dejarlo crecer, que se choque de vez en cuando, que sienta la presión, la desesperación. Aquí no podemos tener personajes cascarosos, como aquel "Mimado", porque donde sienta el peso de una camiseta de una vez se pone a toser, le da fiebre, dolor estomacal, etc... en palabras populares, le dio la "ñáñara".
Si quiere que su hijo sea un buen atleta déjelo ser libre, déjelo correr. En el deporte hemos visto casos en los cuales los atletas se frustran, porque cuando no está mamita para hacerles el té, entonces viene la derrota.
Este consejo es para todos. Nadie se escapa a sentir ese espíritu de sobreprotección, pero a su hijo tiene que dejarlo aprender. Como anécdota... hubo una vez... una atleta, muy agraciada, que quería competir en todo, y la mamita para acá y para allá... y cada vez que competía se enfermaba y llegaba detrás del último... No es burla, es consejo, apúntelo con lápiz o pluma... como usted quiera.