Cada vez lo vemos con mayor frecuencia. Un incauto recibe una llamada telefónica en la que una voz entusiasta le habla del otro lado sobre un premio que se acaba de ganar por se un excelente cliente de una empresa de telecomunicaciones.
El pobre diablo se come el cuento de que para poder cobrar su premio tiene que comprar un montón de tarjetas prepago y luego darles el número secreto por teléfono. Después que hace todo lo que le dicen, se despiden con el mensaje de que lo llamarán más tarde para que vaya a buscar su premio. Por supuesto que se quedará por el resto de su vida esperando esa llamada, porque lo que acaba de ocurrir es que se convirtió en víctima de una estafa telefónica.
Si a usted lo han agarrado de pendejo en esta trampa, el único consuelo que le tenemos es que no es el único. Todos los días le toman el pelo (y el dinero) a un número plural de panameños en llamadas semejantes.
Las formas de estafar por teléfono son muy variadas, pero siempre involucran la petición -por parte del estafador- de alguna información sensitiva del estafado: sus números de cédula, de tarjeta de crédito, de pin, si se encuentra en su casa en ese momento, etc. Con el gancho de que nos hemos ganado algo, nos agarran en nuestros 5 minutos de "ahuevasón".
Y esa ahuevasón debe ir acompañada por amnesia, porque si usted hace memoria sobre la última vez que sacó una tarjeta de crédito o de débito en un banco, seguramente le dijeron que el número "pin" no se le da A NADIE. Es más, le advierten que no lo escriba en el dorso de la tarjeta ni en ningún otro lado, y que lo mejor para usted es que lo memorice.
Piénselo. Se trata de una situación en que un perfecto desconocido, al cual ni siquiera puede verle el rostro, le está pidiéndole información personal, que solo usted debería conocer, ¡y usted se la está dando sin preguntar ni cuestionar absolutamente nada!
¿Pero por qué caen tantos en las estafas telefónicas? Sencillo. No se informan. Viven abstraidos de lo que sucede en el mundo y en su país. No ven las noticias ni leen el periódico. Si lo hicieran, se darían cuenta de que esta es una situación que ha estado afectando a los usuarios de celulares y a los tarjeta-habientes durante años.
Lo mejor que se puede hacer si se recibe una llamada como esta, incluso si no llegamos a comernos el cuento, es correr la voz. Seamos solidarios y advirtamos a nuestros amigos, compañeros de trabajo y familiares que esta es una situación real. No sea usted el próximo pendejo.