EDITORIAL
¿Qué hacer con la educación?
Panamá es uno de los países de la región Latinoamericana que más invierte en la educación, pero a juzgar por los resultados en la masa educada, pareciera lo contrario.
El desarrollo de un sistema educativo en todo país, dependerá del interés que demuestre el gobierno hacia ese sector y de allí que en los países desarrollados, la educación es el rubro más importante de la nación.
Ello se refleja en que una población mayormente preparada, redundará en mejor desempeño en sus labores productivos, contribuyendo así a la cadena de desarrollo del país.
Viendo a grosso modo el esfuerzo de los gobiernos en Panamá, se diría que sí hay interés por mantener ese sector social en óptimas condiciones, pero entonces ¿por qué son tan pobres los resultados pese a que se invierten millones cada año?
A final de cada curso lectivo, se atiborran los centros de estudios superiores de una muchachada en busca de caminos con mejores horizontes, pero una vez allí, los frutos de sus esfuerzos dejan mucho qué pensar.
Y claramente se nota una desventaja de aquellos que han recibido una formación en un plantel público.
No es que los de las escuelas particulares sean la mejor opción, pero sí se nota a leguas que se encuentran un poco más a la vanguardia con el desarrollo de una sociedad que crece vertiginosamente en una globalidad de conocimientos.
Luego ¿qué quedaría? ¿Privatizar la educación?
Sin duda que esa no es la solución a los problemas, porque sería como aceptar que "el dinero lo puede todo". Más bien corresponde a los sectores involucrados aportar ideas concretas para un mejor porvenir dentro de la educación. Que los involucrados se pongan de verdad a trabajar en ello en lugar de andar solamente haciendo críticas sin mayor fundamento.
Por otro lado, los gobernantes de turno deberían tener en cuenta que sin educación un pueblo no se desarrolla y nunca saldrá de la pobreza. Ya no sólo se estaría hablando de una pobreza material, sino espiritual, de conocimientos y de esencia humana.
Decir "aquí está el dinero" para arreglar escuelas o pagar las quincenas atrasadas a los docentes no es la solución, sino más bien sería -entre otras inquietudes- buscar realmente una solución permanente y comprometer tanto a padres de familia, como estudiantes, docentes y todos los estamentos comunitarios a velar por esa semilla dentro de la comunidad.
En otro aparte, se debe dejar de estar jugando con la "llamada modernización" de un programa educativo que se cambia cada año y en el cual se sabe, no han participado todos los que deberían estar, sino una parte representativa, sólo para cumplir con un formulario.
Tal vez la desidia dentro del sistema no se deba a los nuevos funcionarios que manejan el tema, sino a los viejos dirigentes que de pronto se han convertido en una piedra en el zapato de otros tanto. A ellos también habría que hacerles alguna observación, como por ejemplo, que no participan de manera activa en programas de actualización con nuevos agentes multiplicadores inquietudes positivas. Son tantas las fallas que hay dentro del sistema, pero una de las más profundas, es dejar en papeles y "llamarada de capullo" cualquier iniciativa.
PUNTO CRITICO |
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