Mal olor: en las axilas, los pies, la cabeza, y hasta en los más recónditos lugares. Y no solo se trata de la hediondez, si no del aspecto desaliñado que muchas veces se proyecta. Y así como nos vemos, así mismo nos tratan. Todo esto al margen de los malos olores en la boca, las orejas supurando ese algo entre rojo y negruzco, legañas, zurro en el cuello y las coyunturas, caspa, dientes amarillentos y llenos de sarro, uñas mugrientas... El baño diario no es una cuestión meramente estética. Se trata del ritual de la salud.
Bañándose bien, se quita uno de encima la posibilidad de que las bacterias ganen terreno en nosotros, colonicen nuestros campos y nos enfermen. Hay que mantenerse alertas porque en este clima tan duro que reina en el país, el aseo es la herramienta fundamental.
Debemos ser ejemplo para los niños. Hay que enseñarles las virtudes de quitarnos con agua y jabón esos residuos tóxicos que se pegan al cuerpo y se convierten en veneno si a la larga no los atacamos.
Se trata también de una cuestión de imagen, por qué negarlo. Una buena presencia habla mejor de uno que mil palabras, en muchas ocasiones. Abre puertas.
Y no estamos hablando precisamente de vestirse de tal o cual manera, si no de lucir limpios, ordenados, pulcros. Por nuestro bien, de la familia y el país: ¡a bañarse! |