Las reformas a la Caja de Seguro Social ya llevan la firma del presidente de la República, Martín Torrijos Espino. No hubo tiempo para más, menos para abrir canales auditivos de la inmensa mayoría de los grupos que la adversan.
Era un hecho. El presidente que asumiera el mando en este período tendría que asumir tal responsabilidad. Torrijos lo hizo. ¿Fue la mejor forma? Muchos consideran que no, pues no se escuchó a los sectores populares y al final se hizo lo que ya tenían planificado desde hace meses.
Desde que el Ejecutivo presentó el paquete de reformas el día 18 de mayo de 2005 hasta ayer, 1 de junio, los cierres de calles y manifestaciones no dejaron de hacerse sentir. La dirigencia sindical lo había dicho. Sin aprobarse o no, lucharían hasta "tumbar la ley".
De esto quedan enseñanzas sabias, una de ellas es que un líder -antes de serlo- debe afinar bien sus oídos para escuchar la voz del pueblo. La otra enseñanza es que hay que cambiar los métodos de protesta para sumar a más personas a la lucha, porque se pierde el objetivo en común que es mejorar cualquier proyecto que afecte a la afecte a la sociedad civil.
Hay que reconocer que el lío de la CSS es un problema que venía de arrastre y fue esta administración la que asumió la responsabilidad de hacerle frente en el primer año de su mandato, sin importar la consecuencias políticas que acarrea una decisión de este tipo.
La historia juzgará la actitud asumida por el presidente de la República y remarcará si se actuó con tino o se salió de toda proyección social.
Queda a los panameños, sobre todo a aquellos jóvenes, trabajar duro para cumplir con las cuotas que exige la nueva ley que rige a la Caja de Seguro Social. ¡Ya veremos!