La vida nos ofrece a las personas suficientes herramientas para progresar. Todo es cuestión de elección propia.
Algunos llegan a este mundo con más que otros. No todos nacimos en cuna de oro, pero tampoco podemos culpar de nuestras penurias a la situación económica en que vivimos. ¿Por qué existen personas nacidas en los peores arrabales que luego se convierten en personas exitosas? Por el otro lado, ¿Cómo es que rabiblancos luego quedan sumidos en la miseria y hundidos en la droga? Ese no era el libreto para ninguno de ellos.
No podemos creernos el cuento de que si nacimos en Churuquita Chiquita, nuestro destino es ser empleadas domésticas, o andar limpiando patios a punta de machete. El hecho de que seas un adolescente en La Porqueriza o en El Chorrillo no implica que tu destino sea las pandillas o el sicariato.
La educación pública en este país es gratuita, y más ahora que regalan las maletas con todos los útiles dentro. La educación universitaria estatal no es cara. Por muchas deficiencias que el sistema educativo nacional pueda tener, es posible en este país convertirse uno en un profesional, sin necesidad de gastar fortunas.
Los ejemplos de personas de estratos humildes que han podido convertirse en personas productivas para la sociedad tienden a ser ignorados.
Lo que pasa es que la gente se deja acomplejar por lo que otros les meten en la cabeza. Ante el solo pensamiento o deseo de ser algo diferente, nos cae una lluvia de críticas, carcajadas irónicas y burlas.
El que deja que sus sueños se mueran, también muere, y se convierte en un zombie. No permitas que las malas lenguas, los envidiosos, los ociosos y los mal inteniconados te saquen de tu camino.
El destino se lo forja uno mismo con esfuerzo, dedicación y trabajo. Cada quien puede ser lo que quiera, sin importar las circunstancias.