La erupción del volcán Pacaya, el más activo de Centroamérica, situado en el sur de Guatemala, dejó una secuela de muerte, destrucción y desolación, mientras la población trabaja en levantar miles de toneladas de arena y ceniza de sus casas y carreteras.
El presidente de Guatemala, Álvaro Colom, reconoció que el daño ocasionado por la erupción es "bastante grande".
Hasta ahora, se reporta la muerte de un periodista, la desaparición de tres niños, otras 59 personas heridas y más de 100 casas colapsadas en comunidades situadas en los alrededores del coloso, al sur de la capital.
Colom dijo que 1, 600 personas fueron evacuadas y que muchas familias se resisten a abandonar sus hogares, lo que es entendible pero, agregó: "vamos a privilegiar la vida".
El mandatario, quien decretó el estado de calamidad pública en varios departamentos, aseguró que su Gobierno cuenta con suficientes suministros para hacer frente a esta emergencia.
Agregó que los diferentes ministerios iniciaron una evaluación del impacto causado por la arena y ceniza volcánica en la infraestructura y los cultivos agrícolas, y admitió que por ahora es difícil cuantificar las pérdidas.