El sistema carcelario sigue de mal en peor. Visitantes van, visitantes vienen, pero ninguno se queda para solucionar la crisis real que viven los internos de los penales.
Desde que se demolió la vieja cárcel Modelo se quiso echar tierra a todos los problemas, pero no ha sido así. Tal vez esa fue la intención, no así la meta cumplida. Los privados de su libertad viven la peor pesadilla.
Todo ha quedado en teorías. No ha habido una verdadera iniciativa para aplicar la Ley 55, por la cual se reforma el sistema penitenciario.
Hoy, después de una gran cantidad de denuncias y visita a los centros penales, sale a relucir nuevamente las condiciones inhumanas en que se encuentran las personas que cumplen condenas por faltas pequeñas y mayores. El hecho toma relevancia cuando una institución de derechos humanos es la que hace el llamado ante las autoridades, advirtiéndoles que las condiciones de las cárceles son deplorables y hay un divorcio total de lo que proclama y reclama la Constitución de lo que debe ser el sistema penitenciario.
Es cierto que quien comete algún delito debe pagar a la sociedad por su mal comportamiento, pero también es cierto que el Estado tiene el deber de buscar y/o aplicar todos los mecanismos que tenga a su alcance para resocializar a todos estos ciudadanos que reclaman un espacio en el desarrollo normal de la nación.
No es justo para ninguno de estos hombres y mujeres que no exista en blanco y negro las respuestas a sus reclamaciones. No es sano quedarse con los brazos cruzados y mirar cómo se mueren seres humanos rodeados de inmundicia y emperfumados con la peor fragancia que expulsa el ser humano cuando tiene que satisfacer sus necesidades fisiológicas.
¡Basta de tanta 'visitadera' y a trabajar!