Los recientes fracasos que han sufrido algunas disciplinas deportivas en su intento por conseguir un cupo a los Juegos Olímpicos de Atenas no es causa de asombro para nadie que conozca la realidad deportiva nacional.
Estos fracasos, a los que estamos acostumbrados y, lo que es peor, a los que algunos dirigentes están acostumbrados, han servido para ubicar a nuestro deporte frente al vil espejo de nuestra cruda realidad: sin organización, sin recursos, sin atletas bien entrenados y alimentados, sin ideas, sin preparación adecuada y sin una concertación nacional en cuanto a materia deportiva no vamos a ser más que lo que hoy somos: un país en el que el despilfarro de recursos y en el cual la politiquería barata, sumado a los malos dirigentes, terminarán enterrando al deporte en el profundo abismo de la mendicidad.
Y será así hasta que no se tome conciencia de la importancia que tiene el deporte para cualquier sociedad.
En el lúgubre camino recorrido por nuestro deporte rumbo a Atenas se puede llegar a la funesta conclusión de que, ningún deporte, salvo marcadas excepciones individuales, cumplió con un ciclo completo de preparación para enfrentar los torneos clasificatorios a los Juegos Olímpicos.
¿Hasta cuándo seguiremos enviando atletas mal preparados a los diferentes torneos regionales e internacionales? ¿Quién pondrá fin a esta situación? Amanecerá y veremos.