La selección de futsal alcanzó lo que muchos equipos en años no han logrado en Panamá. Clasificó en su primera incursión en una eliminatoria de la FIFA y de manera contundente.
No es por lanzar las campanas al vuelo, no. Se trata de reconocer el logro de un equipo que trabajó con las uñas para llegar a esta eliminatoria.
También se trata de premiar a un conjunto al que muy pocos le tenían confianza, por el que casi nadie apostaba y al que muchos criticaron después del 5-4 del primer partido ante Canadá.
Ese día recuerdo que muchos exageraban que íbamos a recibir una goleada el sábado, otros lanzaban palabras de improperios contra el técnico. Yo pensando y analizando la situación me vino a la mente unas palabras antes del juego, precisamente de "Babau".
El me decía que el primer encuentro se podía perder, pero en el segundo había que arrollar.
Fue lo que pasó, pero en la realidad pudimos haber ganado los dos juegos, de eso no cabe la menor duda.
Sin embargo, lo importante fue replantear el partido, corregir los errores y presionar al rival en la salida. De esa manera Panamá encontró el camino de la victoria, un camino que nos tiene hoy en Costa Rica felices y contentos de un equipo que llegó con un bajo perfil.
Este triunfo del futsal sirve para muchas cosas. Primero es hora que se organice una verdadera liga, con equipos competitivos y que tenga continuidad todo el año.
Segundo, hay que trasladar el futsal al Gimnasio Roberto Durán, el único recinto en el país con las dimensiones requeridas para esta disciplina.
Y lo más importante es tener a la gente que organiza este deporte en el país unida para que trabajen de forma mancomunada con la Federación de Fútbol, por este deporte.
Son cosas que hay que hacer en un futuro cercano, porque de lo contrario sería mantenernos estancados.
Espero que este logro no sirva para ocultar la realidad de esta disciplina en Panamá.
Hoy vamos a saborear la victoria, a celebrarla, porque como buen panameño me siento orgulloso del coraje de este equipo.