Tres reclusos han sido asesinados en las últimas horas en las cárceles del país. Esa situación refleja la crisis que existe en las prisiones con capacidad para 7, 000 detenidos, pero que albergan a 10 mil delincuentes.
Mientras persista ese hacinamiento, será casi imposible desarrollar proyectos efectivos para resocializar a los detenidos. De esa forma, los 12 penales y otros 23 centros de reclusión, seguirán siendo universidades para el crimen.
No es un secreto que en las prisiones se introducen teléfonos celulares y toda clase de armas en complicidad con los encargados de la seguridad y los familiares de los detenidos. Desde la cárcel se controla mucha actividad delictiva; se ordenan asesinados y se planifican asaltos, secuestros, tumbes y toda clase de ilícitos.
Aparte de la construcción de mejores instalaciones penitenciarias, la justicia también debe acelerar los procesos, porque resulta increíble que apenas un tercio de los detenidos, tengan una sentencia en firme.
El gobierno se presta a seleccionar a la empresa que debe construir al costo de 100 millones de balboas un nuevo complejo penitenciario para reemplazar a La Joya y La Joyita, pero la existencia de un ciudad penitenciaria no garantiza la necesaria labor de resocialización de esos hombres y mujeres que deben tener una oportunidad para no convertirse en carne de presidio permanente.