Hace 50 años, Fátima llegó a La Ermita de San Carlos y desde entonces vive en ese pueblo. Para cada uno de sus habitantes el 13 de mayo es día santo. No sólo por ser la fecha en que la virgen María se apareció a los tres niños: Lucía, Jacinta y Fátima en Cova de Iria, aldea de Fátima, en Portugal, sino porque en repetidas ocasiones en esta fecha, la madre de Jesús ha hecho múltiples milagros en personajes que han marcado la historia del catolicismo. Su única petición se ha convertido en el lema de cada habitante de La Ermita. "Rezar el rosario por la paz mundial".
UN TRIBUTO POPULAR
Este año, como de costumbre, los devotos de Fátima se prepararon con antelación. Noches antes iniciaron los novenarios a la Santísima y para el día 12 las imágenes de pueblos aledaños le hicieron a la Virgen el tradicional agasajo llamado "el encuentro de los santitos".
Al día siguiente, desde las 5:00 a.m. los devotos que más madrugan realizan el Rosario de la Aurora, dándole los buenos días a la madre, y preparando el terreno para lo que será el festejo durante el día, hasta que llegó el momento de la solemne misa y procesión.
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La señora Gloria Rodríguez viuda de Ruíz, una de las encargadas de preparar la fiesta, nos cuenta "tengo entendido que en la década del 50 fue cuando se inició la peregrinación de Nuestra Señora, la trajo un señor llamado Vicente Fernández, él era cubano y estaba casado con una señora de aquí", dijo.
Desde entonces, la familia Martínez de Fernández y un grupo ermiteños organizaron la Sociedad Pro-Mejoras del pueblo, quienes construyeron la capilla de La Ermita y se estableció el 13 de mayo como fiesta oficial del pueblo.
CON ROSARIO EN MANO
La Ermita es un corregimiento pequeño, y el recorrido de la Madre de Dios en esta comunidad dura apenas hora y media. En este trayecto, el rosario es el arma de todo creyente, cada uno lleva su collar de cuentas y velas blancas para iluminar su camino. María, a través de los años, ha hecho un llamado a que recemos como hermanos, para la salvación de las almas y por la paz en nuestro planeta. No concibe la divina Virgen que haya tantos desastres por el corazón duro de los humanos y es por ello que en la ceremonia se incita a la oración como única salvación de las almas.
Al final del recorrido, el rostro reflexivo de María parece haber cambiado, sus ojos se ven alegres y los aplausos no se hacen esperar. Fuegos de artificio y demás materiales para fiestas iluminan el cielo, niños lloran por el estruendo y el olor a pólvora invade la capilla. Un año más, María nos invita a seguirla, tal vez no todo lo prometido se cumpla, pero en el año los ermiteños se prepararán para venerar nuevamente a su Madre y seguirla con el santo rosario.
INTERESANTE: DATO HISTORICO
El primer sacerdote en oficializar esta ceremonia fue José Noto en 1958, desde entonces hasta hoy han sido muchos los presbíteros que han dirigido esta celebración.