Uno puede escoger los amigos; los parientes no. El peso de esta verdad es para algunas personas insoportable. Hay quienes sufren la realidad de sus padres, hermanos, primos, tíos y sobrinos. Quisieran no tener la familia que tienen, y por razones diversas.
Nada más lejos de una actitud sana ante la vida. ¡Cuántos huérfanos quisieran tener una familia, sea la que sea! La familia es una bendición, tanto en los buenos, como en los malos momentos.
Es cierto, algunos de nuestros parientes son injustos, ingratos, vacíos, egoístas y viciosos. Pero hay muchos otros que no, e incluso a estos que consideramos "ovejas negras" debemos tenderles la mano, porque así lo dispone el vínculo espiritual y sanguíneo que une esa estructura social tan importante llamada familia.
El amor debe ser el cemento que nos una a todos. Por más difícil que sea, corresponde dar los pasos para salvar del naufragio total la familia panameña, que cada día se sumerge más en la miseria y la falta de fe. |