Los miembros de la secta religiosa que desde hace medio año esperaban el fin de mundo en una cueva a unos 600 kilómetros al sudeste de Moscú pusieron ayer término a su encierro subterráneo y salieron a la superficie. El final fue sorpresivo ya que los nueve sectarios, siete mujeres y dos hombres, habían anunciado que saldrían de la cueva a mediados de junio, para la festividad de la Trinidad.
Según el jefe de la administración del distrito de Bekosvk, Vladímir Provorótov, la advertencia de que existía el peligro de envenenamiento por la presencia en el refugio de los cadáveres de dos sectarias, fallecidas hace varias semanas, fue determinante para que se produjera la salida de la cueva.