"¡Esto es un asalto!". Tras la voz, tres rostros masculinos detrás de un arma de fuego. Fracciones de segundos bastaron para poner en alerta el organismo de 16 personas la tarde del pasado martes, y empezar el derrame de adrenalina.
La experiencia de los quince empleados y el cliente de la "Plomería y Ferretería S.A.", en Juan Díaz, grabó amargos recuerdos que los acompañaran el resto de sus vidas.
Los jornales estuvieron privados de la libertad por más de tres horas, pero finalmente, los delincuentes se entregaron a la Policía Nacional.
DESDE ADENTRO
José Rivera Chery, Rolando Almanza y Rodrigo Gutiérrez llegaron al local en un auto sedán negro. Nunca estacionaron.
Cada uno entró en los tres departamentos que tiene la compañía, dijo Carlos González, el empleado enviado para que negociara la libertad de sus compañeros.
Isaac Linares, de 43 años, jefe de la sección de Administración y Contabilidad de la empresa que está ubica a un costado de la carretera José Agustín Arango y frente a Plaza Carolina, contó los hechos desde su óptica.
Según el testigo, él se encontraba en la oficina con la asistente y vio que uno de los tres recién llegados se aproximó a su compañera, pero pensó que se conocían y siguió operando su celular.
Después, el inesperado visitante se dirigió a él y le dijo: "Te la tiras de vivo. ¿ Quieres que te meta un tiro? Párate y tírate al piso".
"¿Dónde está el dinero?", fue la segunda pregunta. En ese momento, el testigo comprendió que eran víctimas de un robo.
DESDE AFUERA
Mientras adentro tenía lugar la escena anterior, por una rendija de la puerta, alguien tenía otro ángulo del asunto.
"Vi que uno de mis compañeros de contextura obesa estaba acostado en el piso y deduje que eso no era normal", dijo Alfredo De León, de 27 años, conductor de la empresa.
"Cuando volví a ver, ya no era uno, sino dos. Después escuché "¿Dónde está la plata?", salí apresurado y avisé a dos compañeros que estaban afuera, sobre el robo".
"... Entré al carro de la empresa, agarré el celular y llamé a la Policía tres veces (...)", explicó De León.
Cuando la ronda de Policía pasó, un ladrón salía del local y De León le dijo a la unidad que esa no era su compañero, lo puso al tanto rápidamente. La unidad disparó contra él, pero no lo impactó. El resto es historia.
LES ENTRO LA ÑAÑARA
La emisora que sintonizaba uno de los delincuentes para escuchar música, fue interrumpida. El locutor hablaba de un robo. ¡Eran ellos! Eso los asustó, dijo Linares.
Estaban rodeados por la Pólicía. Lo vieron en el sistema de seguridad de la empresa.
Llamaban continuamente a alguien por celular. Al verse sin salida, se frustraron y uno de ellos destrozó el celular con una varilla de hierro.
Los rehenes fueron obligados a salir con las manos sobre la cabeza y los medios lo sacaron como si ellos fueran delincuentes.
Los maleantes devolvieron las pertenencias que horas antes habían robado.
Finalmente, maleantes y secuestradores salieron por turnos del local.