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Algunos creen que decir político y mentiroso es redundar. Tal vez tengan razón quienes piensan así, precisamente porque durante la era republicana quienes más páginas escribieron en la historia política fueron aquellos embusteros que se llenaron los bolsillos con sus falacias.
Hay otros que opinan que para meterse a la política se debe carecer de dos cosas: corazón y estómago, porque no importan los sentimientos (ni la lealtad ni el honor), y se debe estar en capacidad de someterse a oficios y acciones repugnantes, y no se permite vomitar.
Pues bien, es este tipo de personas quienes se dedican a gobernar los pueblos. No los más capacitados técnicamente ni los intelectuales ni los honestos ni quienes tienen agendas limpias.
Pero es precisamente el pueblo el responsable. Si los electores no quieren, si mantienen claros sus horizontes y metas comunitarias, ese tipo de gente nunca se haría con el poder.
Mientras los panameños sigamos más interesados por la parranda, la vida fácil, la palanca y el vicio, los políticos mentirosos seguirán haciendo de las suyas. |
