La reciente asignación de 10 centavos por cada tonelada que transite por el Canal para crear un fondo especial para combatir la pobreza y reforzar la educación, merece todo el apoyo y consideración de nuestra sociedad.
La decisión gubernamental, tiene mucho que ver con la equidad y la igualdad de oportunidades. Pero, la equidad no puede basarse sólo en un mayor financiamiento, sino, también en el mejoramiento de la calidad.
Los niños que pueden acceder a una buena enseñanza, tienen ventajas muchas veces inalcanzables sobre los otros que se educan en escuelas de menor calidad. Esta injusticia educativa, se reafirma cuando uno verifica que los colegios donde las mensualidades son más costosas, por lo general, son los que imparten la mejor educación.
Esta nueva situación, consolida las desigualdades entre los grupos sociales, pues, tiene una íntima relación con el futuro mundo laboral de los jóvenes. Es así, ya que la segmentación socioeconómica que se produce en las escuelas, se extiende a nivel
universitario, impidiendo que se relacionen los pertenecientes a determinados grupos sociales. Algo muy diferente al Panamá de hace 60 años atrás, donde los colegios estatales como el Instituto Nacional, la Profesional y otros, eran ejemplos de buena calidad educativa.
De alguna manera, el Ministerio de Educación deberá premiar el rendimiento de la administración y la de los profesores, de colegios estatales. Hay que crear algún tipo de instrumento evaluativo, tal como lo realizan algunos países, a fin de valorar el rendimiento promedio de estos establecimientos.
La tarea por realizar del gobierno, no es fácil, pero, se ha dado un paso importante en la realización de un programa especial que permita ofrecer una educación pertinente.