La industria farmacéutica tiene una pastilla o jarabe para la mayoría de las enfermedades conocidas. De hecho, la mayoría de las veces que ingerimos una pastilla no es ni siquiera para tratar una enfermedad en particular, sino para mitigar un síntoma: dolor de cabeza, congestión nasal, mareos, insomnio y otras sensaciones desagradables.
Nos hemos acostumbrado a que llevar una vida de mala alimentación, poco o nada de ejercicio, sedentarismo, estrés, cigarrillo y alcohol, y cuando este estilo de vida comienza a pasarnos la factura, tenemos la salida mágica de deshacernos momentáneamente de sus malestares con las pastillitas maravillosas llamadas medicinas.
Pero así como muchos no saben cúando es suficiente de comida, o de trasnocharse, o de fumar, o de beber; hay una gran cantidad de personas que ingieren pastillas indiscriminadamente.
Aquí en Crítica no somos yerberos, ni chamanes, ni curanderos, ni homeópatas, ni nada por el estilo, pero hay algo que debemos tener claro: la gran mayoría de las enfermedades se desarrollan y nos matan por nuestro estilo de vida.
Tomando en consideración esto, y dejando a un lado enfermedades que solo pueden tratarse con medicamentos, debemos buscar las raíces de nuestros problemas de salud para poder arrancarlos de raíz. No podemos quedar dependiendo a largo plazo de pastillas para poder sentirnos bien. Probablemente hay una cosa, o combinación de cosas que estamos haciendo mal y que inciden directamente en nuestra condición.
No es un intento de restar méritos a la medicina tradicional o a la industria farmacéutica. Los mismos doctores saben que la mejor medicina es la preventiva. Si tratamos con cuidado a la máquina que denominamos cuerpo humano, no tendremos que enviarlas a los mecánicos que llamamos "doctores".
Por desgracia, muchos de nosotros, por depender de las pastillas, quedamos adictos a ellas.
Esto suele suceder con las pastillas para dormir, con los calmantes y los medicamentos para tratar el dolor. En este mundo en que todos quieren soluciones inmediatas, nada más inmediato que una pastillita con el efecto específico para nuestra molestia. Pero casi nunca estas medicinas van al fondo del problema; solo mitigan síntomas.
Investigue un poco su propio estilo de vida, experimente con lo que come y bebe, al igual que con las horas que se acuesta y se despierta. Tal vez así descubra la fuente de sus dolencias. Así se ahorrará tiempo y dinero en pastillas que no solo podrían ser innecesarias, sino también peligrosas.