Bueno, bueno, el respeto a las ideas y creencias de los demás, aun sin compartirlas, el respeto a las opiniones ajenas, la aceptación de usos y costumbres, ya sean políticas, religiosas, forma de vida o de sexualidad, de otras personas es lo que se denomina tolerancia, cuyo origen se remonta al año 1324 con el defensor Pacis de Marcilio de Padua, quien en materia religiosa, sostuvo que la escritura invita a enseñar, demostrar y convencer, mas no a obligar y a castigar, pues la conciencia es incoercible.
Por cierto, el liberalismo impulsa la libertad, no a las creencias religiosas, sino a los intereses nacionales.
De paso la iglesia evolucionó en cuanto a la tolerancia, en Concilio Vaticano II y las encíclicas de Juan XXIII y Pablo VI considerando como un acto voluntario de la conciencia, la búsqueda de la verdad.
Tanto la libertad como la tolerancia no han sido diseñadas para soportar el dominio ni tranquilizar los débiles, menos para abjurar de nuestras creencias o renunciar a nuestros derechos.
El orden de un país debe fundamentarse en la responsabilidad, no el castigo.
Si tenemos la libertad de decidir ante la pluralidad de opciones, también debemos asumir la responsabilidad por las consecuencias de tal decisión.
La vida nos obliga a competir, rivalizar y ello hace obligante comprenderse y respetarse. Esa es la realidad del pluralismo.
Tolerancia es la capacidad de disentir, sin causar daño o destrucción, sin el uso de la fuerza o la coacción. Tampoco es soportar pasiva y resignadamente. Es razonar.
Locke, considerado padre de la idea de tolerancia, plantea que la lucha y enfrentamiento no proviene de la diversidad de opiniones, sino de la intolerancia, máxime cuando el bien individual entra en conflicto con el bien público.
Considera el fin de la política como búsqueda de la felicidad que es paz, armonía y seguridad, pues no hay felicidad sin garantías políticas y no hay política que no conduzcan a la felicidad razonable.
Por tanto, excluyó de la tolerancia a quienes dirigen las acciones a hacer dominante un partido o una idea.
"La tolerancia es la incómoda sensación de que, al final, el otro quizás tenga razón". Robert Frost, poeta norteamericano, individualista y precursor del modernismo en su país.
Bueno, eso es todo por hoy, pero tranquilos que el próximo jueves habrá más.