Un informe reciente sugiere que los investigadores deberían explorar nuevas formas de rediseñar los cascos para fútbol americano con el fin de reducir el riesgo de hemorragia cerebral, luego de una colisión, un hecho poco frecuente que igualmente podría quitarle la vida a un jugador.
En años recientes, las organizaciones de fútbol americano y los medios se han enfocado principalmente en el riesgo de conmociones cerebrales durante los juegos, particularmente por la evidencia de que pueden conducir a daño cerebral permanente. El sangrado en el cerebro ha recibido menos atención.
El Dr. Jonathan A. Forbes, residente de neurocirugía de la Universidad de Vanderbilt y autor líder de un informe reciente, aseguró que los hallazgos de las investigaciones sugieren que "vale la pena revisar la seguridad de los cascos".
Según el informe, desde 1945, más de 350 jugadores de fútbol americano que llevaban casco han muerto por hemorragia en el cerebro, luego de una colisión. Sin embargo, las muertes debidas directamente a incidentes en el campo de fútbol se han hecho poco comunes en décadas recientes. Se informó sobre cuatro muertes en 2007, según una encuesta anual, frente a 36 en 1968, mientras que entre 1931 y 1965 se informó sobre más de 600.
Por razones que no están claras, las lesiones de cabeza más graves son cerca de tres veces más comunes entre los jugadores de fútbol americano de secundaria que entre los atletas universitarios. Es poco común oír hablar de sangrado cerebral en un jugador de fútbol americano profesional, agregó Forbes.
Los cascos para fútbol americano previenen las lesiones porque reparten la fuerza de la colisión por toda la cabeza, explicó Forbes. En el nuevo estudio, los investigadores examinaron la aceleración rotacional, la manera como un golpe sacude la cabeza, como cuando un boxeador recibe un golpe a un lado de la cara.
Las pruebas sobre la seguridad de los cascos se centran en cambio en la aceleración traslacional, el movimiento hacia adelante y hacia atrás o de lado a lado porque se ha relacionado con fracturas de cráneo, explicó Forbes. Sin embargo, dijo, las investigaciones sugieren que el sangrado cerebral se relaciona de manera significativa con la aceleración rotacional.