El niño Celestino Garrido, de 9 años, residente en El Mastranto Final, en La Chorrera, se ahogó en las caudalosas aguas de El Chorro, el Viernes Santo.
Las creencias de los abuelos de que bañarse en el río un Viernes Santo, es malo, tomaron fuerza en esa parte del país.
Su hermano, Apolinar, de 17 años, dijo que la víctima sabía nadar muy bien y siempre iban a bañarse a El Chorro. Ese día estaba en la parte superior de la cascada, listo para tirarse, pero se resbaló y no lo vio más por lo que fue corriendo a avisarle a su padre.
Calculan que luego de 2 horas, cerca de las 2:30 de la tarde del viernes, vecinos del menor lograron rescatarlo sin vida, encima de una piedra.
Personas que se encontraban en El Chorro manifestaron su disgusto por la actitud demostrada por los voluntarios del Sistema Nacional de Protección Civil que llegaron al lugar, pero que-supuestamente-en ningún momento hicieron intento de rescatar al menor.
Hasta las 6:00 de la tarde de ese día, el cuerpecito de Celestino seguía tendido sobre el suelo, custodiado por sus familiares y vecinos, en espera de la llegada del carro fúnebre el que, como ya es costumbre, tienen que esperar por largas horas.
La tragedia se alojó en otro humilde hogar panameño.
Presentes en el área manifestaron sus reflexiones, aduciendo que hay que estar más pendiente de los pequeños, quienes carecen de habilidades para manejarse en ciertas situaciones.