Gilberto Quintero nació en París de Parita, provincia de Herrera, República de Panamá. Cursó estudios en la Normal de Azuero (sic), obteniendo el título de Maestro de enseñanza primaria, para luego ingresar a la Escuela Nacional de Artes Plásticas, donde obtuvo el título de Técnico de Artes Plásticas.
Después ingresó al Instituto Nacional de Bellas Artes en la Ciudad de México, en la Escuela de Pintura y Escultura "La Esmeralda" donde terminó sus estudios profesionales de pintura, Licenciatura en Artes Plásticas.
También participó en cuatro cursos de conocimientos Artísticos y de Arquitectura dictado en el Museo San Carlos, México.
Participó en el Encuentro Latinoamericano de Escuelas de Artes en la Ciudad de México; el Primer Congreso Político y Cultural de Panamá.
Formó parte del Segundo Seminario para Docentes de Artes Plásticas. Además realizó estudios de Historia del Arte en la Universidad de Panamá.
Ganador del XIII Concurso Nacional de Pintura del INAC. Finalista cuatro veces del Concurso Nacional del INAC incluyendo el más reciente.
El maestro Arturo Estrada, pintor mejicano y discípulo de Diego Rivera, se refiere al pintor Gilberto Quintero de la siguiente manera:
"La lucha entre objetos representados que dejan de serlo, para convertirse en formas humanas que se funden en un bestiario inventado por el pintor, queda expuesta en obras que ilusionan y emergen teniendo como recurso de comunicación, las técnicas modernas en la actual obra pictórica de Gilberto Quintero".
Por medio de su fecunda imaginación y disciplina - lenguaje plástico compone con lírico equilibrio donde la mesurada gama cumple su función ambiental.
En esta exposición de Gilberto Quintero, fruto de su inquietud y perseverancia en el trabajo plástico, queda de manifiesto el camino a su propia identidad en el quehacer pictórico.
Algunas de sus exposiciones individuales.
- Museo de Bellas Artes de Toluca Edo; México, 1981.
- Doctor Jorge Jiménez Cantú "Nezahualcoyo" Ciudad de México, 1981.
- Edificio de la Delegación Venustiano Carranza, Ciudad de México, 1982.
- Delegación "Benito Juárez" Distrito Federal, Ciudad de México, 1982.
- Hotel "La Villa de Los Santos", Los Santos Panamá, 1983.
- Centro Regional Universitario de Azuero, Chitré, Panamá, 1984 y 1986.
- Chase Manhattan Bank de Chitré, 1990. República de Panamá
- Galería de Arte Museum, Panamá, 1994.
- Anonimous Galería de Arte, Panamá, 1998.
Además realizó innumerables exposiciones colectivas.
Tomado del catálogo de la exposición llamada: Entre Magia y Fauna, exposición realizada del 6 al 22 de agosto del pintor Gilberto Quintero.
A continuación fragmentamos parte de una publicación del suplemento El Talingo del 25 de junio de 1995.
El pintor Gilberto Quintero al ser cuestionado sobre si ¿Existe la Escuela de Azuero? se refiere de la siguiente manera:
"La llamada "Escuela de Azuero" no es algo formal. Nos reunimos a platicar. Es una cuestión más bien espiritual, donde cada uno busca sus diferentes líneas, pero todos buscamos lo místico, algo más profundo, arraigado en el ambiente que nos rodea. Nos sentimos identificados con los elementos de la naturaleza de Azuero. Queremos trascender sin caer en el regionalismo".
La siguiente información la tomamos del catálogo fechado junio de 1994. Titulado: Del lado del misterio, escrito por Raúl Vásquez Sáez, pinturas de Gilberto Quintero Calderón.
"El misterio, el lado oscuro de nuestro adentro innegablemente es tan viejo como el más viejo de nosotros.
Jamás se nos enseñó cómo convivir con nuestras sombras, se nos enseñó que nuestras aberraciones eran vergüenza y que lo más digno era, esconderlas, como si fuesen llagas.
Es por tal razón, que el hombre hay veces que no es un águila sino un gusano. Tal vez, hace quince mil años, cuando Gilberto Quintero aún estaba en el vientre del misterio se perpetró en el mundo de las sombras un conjuro de colores.
Quintero no teme colorear los esperpentos de la razón".
Continuaremos el próximo domingo recordando al pintor Gilberto Quintero
OPINION
Jamás se nos enseñó cómo convivir con nuestras sombras, se nos enseñó que nuestras aberraciones eran vergüenza y que lo más digno era, esconderlas, como si fuesen llagas.