El peor error que he cometido estos días fue decirle al Cholito Mesero del viejo café de Santana que yo aprendí a hipnotizar. Desde ese día el más bellaco de los meseros panameños me busca por todas partes. Quiere que le enseñe a hipnotizar "al instante".
Primero me dijo que si supiera hipnotizar eso ayudaría en su trabajo de mesero. Así podría lograr que aquellos clientes "codo-duros" le dieran buenas propinas.
Yo me reí de la ocurrencia del ladino cholito. Le señalé que hay dos clases de hipnosis: la de circo o espectáculos y la que usan ahora médicos y terapeutas.
A propósito hace semanas asistí a una charla con expertos extranjeros sobre las ventajas de usar hipnosis en pequeñas operaciones y otros tratamientos.
Les contaré por qué sé hipnotizar para que no se hagan ideas raras sobre mi persona.
Resulta que a finales de los años sesenta vino a Panamá un hipnotizador llamado Albert Yans (si mal no recuerdo).
Organizó unos seminarios y encontró resistencia en varios periodistas, quienes dudaban que la hipnosis fuera algo serio como auxiliar en medicina y psicología.
Para acallar y neutralizar la oposición (y burlas) de algunos periodistas, el señor Yans dio becas a cada medio de comunicación.
Yo trabajaba en una TV y nadie quiso asistir al curso. Así que valientemente fui movido por aquello que llamo "curiosidad periodística".
¡Y aprendí a hipnotizar!
Aquí en Panamá hipnoticé a algunos colegas del trabajo para demostrar que sabía hacerlo. A uno le hice disminuir la cantidad de cigarrillos que fumaba al día.
Luego viajé a Chile y tomé un curso de Parasicología (también por curiosidad periodística).
Entonces hice sesiones para aliviar a personas que sufrían de depresiones y dolores, por accidentes o enfermedades. Realmente las aliviaba, según me contaban.
Nunca he recibido un centavo por hipnotizar. Confieso que desde que vine de Chile donde estudié Sociología no he vuelto a hipnotizar (hace más de treinta y seis años).
¿Por qué quiere aprender a hipnotizar el Cholito Mesero?
Me confesó que ganaría mucho hipnotizando a su esposa, para que lo deje salir los fines de semana con sus amigotes.
También quiere hipnotizar a los diputados para que le den arte de sus viáticos.
A mí me dijo que por qué no hipnotizaba a mis alumnos, para que "dejaran de ser tan turros y ganen buenas notas".
"Si hipnotiza a sus lectores, logrará que la gente hable bien de usted", me dijo reído el bellaco mesero santanero.