Con orgullo firmé el libro de visitantes. Puse que era "dueño". Expliqué a los guardabosques que mi papá había comprado un lote en Cerro Campana, hace cincuenta años. Tenía once años de no visitar ese lugar turístico, que queda a una hora de la capital.
Visitar en "turismo interno" ese sitio que muchos panameños no conocen, es irme por el "túnel del tiempo".
El paisaje no ha cambiado, pero se nota alguna deforestación en sus bosques.
Cerro Campana es un ejemplo de cómo se puede arruinar un sitio turístico por la acción vandálica de algunos bandidos.
Cuando era niño mi padre nos llevaba con frecuencia y hacíamos "picnic".
Más de treinta viviendas veraniegas estaban allí. Habían algunas que representaban una fuerte inversión para sus propietarios.
El clima es fresco y la vista de las montanas nos transporta a "otro mundo".
Añada a esto, bosques de árboles centenarios. Todo eso daba un ambiente atractivo a los turistas extranjeros y panameños de la época.
Resulta que cuando los propietarios se iban, algunos malandros asaltaban las viviendas para robarlas. Poco a poco les fueron quitando enseres, hasta convertirlas en ruina.
Todavía ahora se ven algunas de estas casas desmanteladas.
Por más que se quejaron a la Policía de la época, no se pudo detener el vandalismo...Y la gente que vivía allí los fines de semana abandonó el lugar.
Ahora Cerro Campana cuenta con una buena carretera de asfalto, que hizo el gobierno anterior (hay que reconocerlo). Se llega con cualquier auto hasta el pintoresco poblado llamado Chicá.
Allí vi progreso. Casi todas las casas de cemento. Algunas nuevas construcciones lo mismo que negocios de alojamiento.
Mi padre compró una hectárea de terreno en lo que hoy es un Parque protegido. No ha perdido sus derechos.
Me dijeron que los norteamericanos querían hacer un hospital para tuberculosos y enfermos de psicosis de guerra en Cerro Campana.
No prosperó el proyecto y la región quedó abandonada por muchos años. Su carretera de piedra no alentaba al visitante.
Respirando aire puro, viviendo pedazos de cordillera, caminando por la montaña hacia el cerro La Cruz, me di cuenta que ahora hay allí otra oferta turística.
Menos mal que existe control por los que cuidan el parque, que inclusive cobran por visitarlo.
¡Es otro pedazo del Panamá bonito que muchos no conocen!
