Esta hortaliza se ha de consumir cocinada (nunca cruda) en sus muchas preparaciones culinarias para eliminar las sustancias tóxicas que contiene.
Se puede salar antes de su cocción para eliminar su contenido en jugos amargos, reducir su humedad y conseguir una pulpa más densa, que absorba menos aceite durante su preparación culinaria. Se deja reposar, de este modo, durante unos 30 minutos para que suelten los jugos y, posteriormente, se enjuagan para eliminar el exceso de sal, se secan con papel absorbente y se cocinan lo antes posible. En caso de que no se sale, se puede añadir un poco de jugo de limón, con el fin de eliminar el amargor.
Su carne se consume a modo de verdura, cocida, frita o rebozada en rodajas o rellenas de carne, verduras, jamón, pescado, etc., que finalmente se pueden gratinar con queso antes de servir.
La berenjena frita es la forma menos digerible y la más calórica, puesto que absorbe importante cantidad del aceite de la fritura.