T enía poco más de dieciséis años cuando tuve mi primera experiencia buscando votos para un cargo. Quise ser presidente de la Asociación Federada del Instituto Nacional, AFIN.
Elaboré un programa de actividades que haría, de conseguir los votos de aguiluchos.
Confieso que todo lo que prometía podía cumplirlo. En eso fui muy cuidadoso y no quise engañar a nadie con falsas promesas, ni cosas que sabía, nunca podría conseguir.
En pocas palabras mi campaña se basó en realidades, en asuntos que podría realizar desde la cabeza de la máxima asociación estudiantil institutora.
Ya en plena campaña me di cuenta que el otro candidato prometía "el cielo y la tierra". Traté de alertar a los jóvenes votantes sobre este hecho. Insistí que sí cumpliría mis promesas.
El resultado fue que perdí la elección y ganó quien convenció con "cuentos de hadas" a los votantes. Después varios me dijeron que debí prometer más cosas, aunque no las cumpliera, porque así se conseguían votos. Nunca acepté ese consejo politiquero. Y pasó el tiempo... A los cincuenta años otra vez incursioné en un cargo de elección.
Se habían cambiado las reglas del juego luego de la invasión y quise ser Decano de la Facultad de Comunicación Social. Corrí sólo, pues no tuve contendiente. Pero eso no evitó que hiciera mi plan de gobierno basado en cosas que podría realizar.
Y cuando llegué al poder, semanas más tarde publiqué una volante señalando las promesas cumplidas por mi administración. Sé que esa actitud causó sorpresa en algunos, acostumbrados a no ver un informe sobre la labor que ejerce un funcionario elegido por votación. Años después competí para Vice Decano y fue lo mismo. Siempre informaba al votante de mis actividades y las promesas cumplidas.
Por eso estoy de acuerdo con que a mitad de período haya un referéndum, para que el pueblo apruebe o no a un presidente, alcalde, legislador y representante.
Si en dos años y medio no ha cumplido por lo menos la mitad de sus promesas, ese funcionario debe ser cambiado por otro mejor.
Creo que es injusto que el pueblo se tenga que aguantar, por cinco años un mandatario que no ha trabajado bien. (¿Habría resistido ella ese referéndum? Lo dudo)