Hace mas de 5 años en Estados Unidos se hizo un estudio de estadísticas y encuestas en el que se comprobó que todas las personas después de haber cometido un pecado o hacer algo malo, o al estar pasado por una dificultad especial; siempre recurren a algún amigo confesor, psicólogo o algún medio que les diera una respuesta y alivio a su situación y de hecho se fundó una institución en ese país, donde se daba un servicio en un lugar, donde la gente hablaba y contaba sus fallas, sus dificultades, etc.., Actualmente sabemos que en muchos países se da este servicio, a diferentes personas, pero siempre con la finalidad de dar a la gente la oportunidad de ser escuchadas y saberse acompañadas o aconsejadas ante sus problemas y que siempre recurran a alguien que los escuchará.
Y es que todo hombre desea situarse y saber qué terreno pisa y qué trabajos nuevos debe de emprender. ¡Qué seguridad le da al hombre saber que esta tratando con alguien que lo conoce, y que más cuando es conocido en su totalidad!
Cuando un hombre alcanza con otro una profunda amistad, crece la confianza y la necesidad de abrir su corazón, de expresar sus alegrías, sus tristezas, sus ilusiones, sus diferentes experiencias de vida y el impacto que han causado en él. ¿Cuántos jóvenes hubieran dejado el suicidio si hubieran tenido alguien en quien confiar?
Y es aquí cuando podemos ver que nos hemos olvidado de Alguien que el mundo ha tratado de borrar de nuestra vida, llenándonos de materialismo, racionalismo, tecnología o superficialidad. Por ello, estimado amigo, no debemos dejar de lado hablar con Dios. El desea que nos comuniquemos con sinceridad, pero primero debemos abrirle el corazón para que sea Él el único que nos dé un lugar especial y nos haga sentirnos felices. De esta forma se alejarán esos deseos de quitarnos la vida.