Tres días después de votar masivamente contra la derecha moderada del presidente Jacques Chirac en las elecciones regionales, los franceses recibieron este miércoles un gobierno transformado, con más políticos y menos empresarios o eruditos, pero dirigido por el mismo primer ministro: el impopular Jean Pierre Raffarin.
Después de arduas y largas negociaciones, fue anunciado un nuevo gabinete en el que los hombres clave se mantienen pero cambian de cartera, como Nicolas Sarkozy, que sigue siendo el número dos del Ejecutivo pero pasa de Interior a Economía.
El popular político, que no esconde su deseo de ser presidente en 2007, deberá enfrentarse a la parálisis del engranaje económico francés, cuyo crecimiento no superará el 1,7% del Producto Interior Bruto (PIB) el año próximo.
Además, el carismático ministro de Relaciones Exteriores, Dominique de Villepin, deja la Cancillería y se hace cargo de Interior.
Villepin, popular sobre todo por haber explicado ante la ONU y ante las cámaras del mundo entero la oposición de Francia a la ofensiva en Irak, será sustituido por Michel Barnier, actualmente comisario europeo.
Atendiendo a la presión popular, este nuevo gobierno Raffarin desea también prestar más atención a los problemas sociales que a la seguridad, su caballo de batalla en los últimos dos años.
DE INTERES: 50% VOTOS DE IZQUIERDA
La izquierda consiguió más del 50% de los votos y gobernará 21 de las 22 regiones metropolitanas de Francia.