A la resignación: a eso parecemos estar condenados en estas tierras donde, para nuestros gobernantes, el deporte vale poco o casi nada.
Próximamente, nuestro país acogerá dos prominentes eventos a nivel regional: el Campeonato Centroamericano y México (CAMEX) 2004 y el Primer Panamericano de Aguas Abiertas.
La realización de ambos torneos tendrá un costo económico considerable y para sufragar los gastos se pidió apoyo al INDE y a diferentes empresas privadas.
Durante la conferencia de prensa realizada por la Federación Panameña de Natación, el representante del INDE dijo unas palabras que dejó atónito a los allí presentes.
El señor expresó que, "de no conseguir los recursos económicos necesarios, se recurriría a El Salvador, para que nos proporcionaran ciertos equipos para la piscina Eileen Coparropa".
¡Dios, hasta cuándo...! El Salvador es un país con menos recursos y mayores niveles de pobreza que el nuestro; sin embargo allá, en ese país tan golpeado, parece que la situación, en cuanto a deporte se refiere, anda mucho mejor.
En este caso, el INDE, institución que funciona, desde hace años, con escasos recursos, tiene que exigir al gobierno que proporcione el dinero necesario para realizar los dos torneos acuáticos.
Y que no vengan con el cuento de que no hay dinero.
¿Cómo sí hay plata para regalar relojes Cartier, comprar autos ostentosos para cumbres, cuyos pronunciamientos y declaraciones quedan en el papel; para viajes y gastos suntuosos e innecesarios, que constituyen una burla para los pobres de esta nación y para otros lujos que de este mundo son?
Recientemente, el presidente de Chile, Ricardo Lagos, lanzó su Política Nacional de Deportes, y recalcó la necesidad de fomentar la actividad física "en los establecimientos educacionales y a partir de la enseñanza básica" con la finalidad de derrotar el sedentarismo.
Aquí, aún estamos a la espera del gobernante que tome la iniciativa en materia de política deportiva. Mientras tanto, nuestro deporte seguirá sujeto a la caridad.