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  VARIEDADES

CONSULTORIO MEDICO
Tratamiento contra las protuberancias no cancerígenas del ojo

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H.R. Hiller
2001 United Feature Syndicate. Derechos Reservados

ESTIMADO DR. HILLER: Tengo una protuberancia en el ojo izquierdo, lo que mi médico llama pterigia. De momento él no cree necesario tomar ninguna medida más, aunque piense que quizá tengan que extirpármela en caso de que siga creciendo. Le comenté que he oído que a veces sigue creciendo internamente incluso tras haber sido extirpada. ¿Hay algo que puede hacerse para impedir que vuelva a aparecer?

ESTIMADO LECTOR: La pterigia es una protuberancia no cancerígena localizada en la superficie del globo ocular. Se extiende desde un extremo del ojo, normalmente desde la zona más cercana a la nariz, hasta la córnea. En ocasiones estas protuberancias pueden ser tratadas de forma que eviten la irritación del ojo, usando gafas por ejemplo, o bien aplicándose lubricantes o gotas esteroides para los ojos. Puede que determinadas pterigias necesiten ser extirpadas quirúrgicamente si producen molestias importantes o suponen una amenaza para la vista. A pesar de que una pterigia puede volver a surgir creciendo hacia dentro tras su extirpación, hay varias formas de reducir en lo posible la probabilidad de recurrencia.

Las pterigias se originan en la fina membrana de piel (conjuntiva) que cubre el blanco del ojo (esclerótica) y se extienden desde allí hasta la córnea. Algunas pterigias son sólo señales que ocasionan un pequeño impacto estético. Otras hacen que los ojos enrojezcan, se humedezcan o provoquen una molesta sequedad, produciendo en los enfermos una sensación de escozor y de irritación propia de un cuerpo extraño en el ojo. Y mucho más grave: algunas veces la pterigia daña la visión.

Las lágrimas ayudan a la formación de la pterigia; dicha protuberancia puede presionar sobre la córnea aplanándola. Si a consecuencia de todos estos síntomas se crean irregularidades en la superficie del ojo, ello causa un tipo de distorsión visual llamada asigmatismo. La pterigia también puede afectar la vista si las protuberancias están demasiado alejadas de la córnea y obstruyen el paso de la luz hacia el ojo.

Los rayos ultravioletas (UVA), la irritación mecánica, y una excesiva sequedad del ojo parece que fomentan el surgimiento de una pterigia, Utilizar gafas de sol, usar lubricantes o gotas oculares anti-inflamatorias, y evitar agentes irritantes del ojo (como el polvo y el viento) pueden ser de gran ayuda para remediar en lo posible la aplicación y los síntomas de la pterigia.

En caso de que tanto uno como otro síntoma persistan o la vista se vea dañada, la pterigia debe ser quirúrgicamente extirpada. Lo mejor para la vista es extirpar la protuberancia antes de que ésta se vea afectada de manera significativa. Si se permite que la pterigia crezca demasiado dentro de la córnea, dejará cicatrices en la zona donde se practique la extirpación y por lo tanto existe el riesgo de que provoque problemas residuales sobre la vista. La extirpación de una pterigia reduce de manera muy importante, aunque no siempre de forma completa, el astigmatismo ocasionado.

Las pterigias pueden ser extirpadas simplemente cortando la parte de la piel que las une a la conjuntiva, separándolas así de la superficie de la córnea. En las intervenciones más sencillas de extirpación de una pterigia, la conjuntiva cicatriza por sí misma. Este método de extirpación se denomina técnica de esclerótica. La recurrencia tras una intervención de tipo esclerótica se produce por lo general a los seis meses de la operación. La mayor tasa estadística de recurrencia producida (de un 24 a un 89 por ciento) se debe a las variaciones que contempla la investigación tales como la edad del enfermo, la localización geográfica, su procedencia étnica, si las pterigias eran nuevas o recurrentes, y la definición de recurrencia difiere entre unas y otras investigaciones; normalmente denota algún grado de reaparición de una protuberancia que se extiende más allá de los límites (limbo) de la esclerótica hasta el interior de la córnea.

Los dos métodos mejor estudiados para disminuir la probable reaparición de una pterigia son el autoinjerto de conjuntiva y una sustancia química llamada mitomicina-C (MMC). En el antoinjerto de conjuntiva, una pequeña parte de conjuntiva extirpada de otra zona del ojo del enfermo se utiliza para cubrir el área de esclerótica expuesta donde se practicó la escisión de la pterigia. Este método es el preferido por encima de la técnica de esclerótica, sin embargo las tasas de recurrencia, que alcanzan de un 2 a un 39 por ciento son significativamente bajas.

En un artículo publicado en el número de octubre de 1997 de la revista especializada Archives of Optthalmology, el Dr. Donald Tan y su equipo, hicieron públicos los resultados de 157 escisiones de pterigias llevadas a cabo por el Centro Nacional Ocular de Singapur. Las pterigias reaparecieron con el 61 por ciento de los ojos que recibieron injertos de conjuntiva, en comparación con el 61 por ciento de reaparición de ojos tratados con la técnica de esclerótica.

Las gotas de MMC también limitaron la reaparición de la pterigias. El MMC es una sustancia muy potente cuyos efectos sobre los tejidos son de larga duración o incluso permanente. Si se administra el MMC después de la extirpación de una pterigia, ello puede causar graves complicaciones para la visión, tales como destrucción de los tejidos de la córnea y de la esclerótica, inflamación grave y persistente, glaucoma secundario y cataratas. A pesar de que estos problemas no son muy comunes, su gravedad junto al hecho de que pueden tardar meses o años en producirse, hace que el uso de este fármaco sea objeto de gran preocupación.

Los efectos secundarios aumentan según la cantidad de la dosis de MMC administrada. En un principio. Los enfermos se aplican las gotas de MMV durante varios días tras la intervención, y a veces los efectos secundarios surgen como consecuencia de una dosis excesiva. Investigaciones recientes han revelado que una simple dosis de MMC administrada en el momento de la intervención puede proteger contra la recurrencia a la vez que disminuye la acumulación de sucesivas dosis y los efectos tóxicos de MMC.

El doctor Dennis Lam de la Universidad China de Hong-Kong fue el primer investigador que en un estudio comparó la técnica de esclerótica con el seguimiento de los efectos causados durante un solo tratamiento de MMC de cinco minutos de duración. Cuando se administraba una solución de 0,2 ó 0,4 por ciento de MMC, las tasas de recurrencia eran del 8.35 y del 8.6 por ciento respectivamente. Estas tasas eran significativamente más bajas que el 75 por ciento observado en tratamientos sin MMC: Dentro de un período de 30 meses, sólo se produjeron dos casos graves de efectos secundarios, ambos en dos enfermos que habían recibido altas concentraciones de MMC. El artículo de Lam fue publicado en el número de mayo de 1998 de la revista especializada Opthalmology.

La mejor parte de las investigaciones realizadas parecen indicar que los injertos de conjuntiva y la MMC son casi igual de eficaces a la hora de reducir el riesgo de recurrencia de la pterigia. El primer estudio publicado donde se analizaban los posibles efectos positivos de combinar la MMC y el injerto de conjuntiva fue dirigido por los doctores Vincent Wong y Francis Law de la Universidad de la Columbia Británica en Canadá.

Se sigue investigando para buscar la fórmula idónea que equilibre los riesgos y las ventajas del tratamiento basado en la mitimicina-C. Una sola dosis con una concentración baja de MMC en el momento de la intervención parece que es segura; pero se sabe de casos donde los efectos negativos de la MMC han aparecido a los 10, o más años desde que se les aplicó la dosis, incluso los enfermos que han recibido una dosis pequeña de esta sustancia deben ser controlados médicamente por si pudieran aparecer posibles efectos secundarios.

 

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