El joven de hoy se conforma con lo mínimo. En la escuela, con el tres o la “C”. Pocos buscan la excelencia. Si se dedican cien por cien a algo, es al relajo, la fiesta y el sexo libertino. A eso si le meten corazón.
Pero al trabajo, al estudio, al cultivo de las buenas amistades y la familia sana: a eso muy poco cuidado se le pone. No importa dar lo mejor de sí, esforzarse, sacar provecho de cada minuto libre, leer, hacer ejercicio, cultivar el alma y los sentidos.
No importa el trabajo honesto y bien hecho, sino la parranda y la borrachera. No importa ser buen padre y buena madre. Mejor es tener una buena salida antes de casarse con cualquier persona que nos dé la despedida. O pasar cada fin de semana con los amigos, aunque en casa estén esperando los hijos y la familia.
Este es el estado de cosas que nos debilita como sociedad, y nos tiene en el suelo, incapaces de levantar cabeza como colectividad. Cuando aprendamos que cada uno debe dar los mejor, esforzarse para superar el nivel de vida que cada cual escogió, entonces empezaremos a construir una nueva sociedad. |