EDITORIAL
¿Valió la pena el martirio
Podía haber sido de otro modo, pero entonces no se hubiera descubierto el misterio de iniquidad del pecado y su gravedad, ni se hubiera revelado la hondura del amor de Dios. La cruz era el modo de expresar un océano sin límites de verdad y de bondad.
Hoy, cuando han transcurrido tantos años desde ese tremendo instante histórico, se impone la pregunta ¿valió la pena tanto dolor y tanta agonía?
Sólo hay que observar los resultados cada vez más fatídicos de las guerras, la decadente sociedad occidental y sus reductos más conspicuos en Europa y Asia.
Hay que mirar a los ojos al magnate que se apodera de todas las riquezas y mata de hambre a los pueblos.
Basta con oír los estallidos infernales de las bombas cayendo en las tierras campesinas de África o Sudamérica o en el sudeste asiático. Escuchemos los llantos de los niños abandonados, y el silencio de los abortados. Sintamos el miedo de las muchachas que son llevadas, a sabiendas unas, engañadas otras, para prostituirse en las grandes ciudades del orbe. Todo por una sola razón: El dinero y el poder que trae como saldo.
Entonces ¿Para qué murió Jesús, si todo iba a seguir igual o peor? ¿Para qué someterse al escarnio y la humillación y, peor aún, al flagelo de la traición de un amigo, lo que debió ser peor que los latigazos romanos?
Visto de esta manera, puede llegar a decirse que lo de la Cruz fue una verdadera locura, una acción heroica, pero sin sentido... un fracaso. Si se examina todo lo que ha ocurrido en Panamá en los últimos cien años, fácil sería pensar que no valió la pena el calvario.
Es entonces cuando la Iglesia, en palabras de Juan Crisóstomo, responde que no hay tal fracaso, que la muerte en la Cruz fue una exigencia del Padre, y hoy debe ser un símbolo de esperanza, un "trofeo erigido contra los demonios, una espada contra el pecado, la espada con la que Cristo atravesó la serpiente".
La cruz, aún más que la resurrección, revela que Dios es amor, y manifiesta inequívocamente el amor que nos ha tenido el Hacedor. Depende de nosotros responderle en consecuencia.
PUNTO CRITICO |
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