Juan nos revela la razón última del ser y del actuar de Dios: "Tanto amó Dios al mundo". Ese superlativo expresa en su justa medida la actitud de Dios hacia nosotros, nos revela su corazón, lo que siente y el por qué nos creó, por qué nos dio libertad, por qué quiso redimirnos enviándonos a su propio Hijo, esto es por puro amor, por pura gratuidad, por ser simplemente nuestro Padre, porque es AMOR.
Este amor de Dios se expresa y se manifiesta plenamente en Jesús. Lo que Él es y hace es expresión del amor infinito de Dios hacia nosotros.
La vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús es para nosotros salvación y vida, que la recibimos en la medida en que nos adherimos a Él, que aceptamos su propuesta, que creemos en Él. Lo que Jesús es, lo es para nosotros en la medida que lo seguimos, que vivimos su vida y sus enseñanzas, que hacemos su vida en nosotros.
Dios pide de nosotros una respuesta, que es la fe, el creer en Él y en su Hijo Jesús. La salvación es don inmerecido, es gratuidad total, pero exige una actitud de vida, que es creer, seguir y amar a Jesús. El creer y seguir a Jesús nos hace vivir en la verdad, en la luz, haciendo vida sus enseñanzas y su vida.
Durante estos días de cuaresma, ya cerca de la Semana Santa, es oportuno ver nuestra actitud de fe, ¿qué hago para conocer y profundizar más mi fe? ¿Con qué la alimento? ¿Me esmero en conocer la Palabra de Dios, es mi libro de cabecera? ¿La leo y la reflexiono diariamente? ¿Busco participar de mi comunidad para juntos vivir el Evangelio? ¿Mi fe es fe de sacristía o busco expresarla con mi vida y con todo lo que hago y digo? ¿Se nota que tengo fe? ¿Cómo vivimos y expresamos nuestra fe?, para que la Pascua nos encuentre renovados y cada vez más comprometidos en la vivencia del Evangelio, imitando a Jesús, nuestro Señor y Salvador.