El mundo ha sido evolutivo, lo cual ha incrementado la cantidad de consumidores llevando de manera directa a los gobiernos adquirir conciencia en todo lo relacionado con la inocuidad de los alimentos y esta preocupación viene desde la antiguedad.
Datos históricos indican, que los gobiernos se interesaron en codificar las regles para proteger a los consumidores con prácticas fraudulentas en las ventas de alimentos.
En la antigua Atenas se realizaban inspecciones para determinar la pureza y el buen estado de la cerveza y el vino, y los romanos tenían un sistema estatal bien organizado para proteger a los consumidores contra fraudes o productos de mala calidad.
En las tablillas asirías se describía el método que había de aplicarse con el fin de determinar los pesos y medidas correcto de los cereales destinados a consumo humano, y en los rollo egipcios se establecían las etiquetas que habían de utilizarse para ciertos alimentos.
Hoy en nuestro mundo globalizado, las exigencias alimenticias son cada día mayor, y esto es un indicativo de que a mayor cantidad de producción de alimentos la posibilidad de contaminarse es más significativa, para lo que se hace importante conocer mediante procesos analíticos más precisos sobre la naturaleza de los alimentos, su calidad y los riesgos que implican para la salud humana. Para esto los mecanismos de control han llevado a los países a utilizar con exactitud la microbiología, la química de los alimentos y las disciplinas afines, garantizando así la producción y calidad del producto terminado.