CRITICA EN LINEA 

 

S E C C I O N E S

EPASA EN LINEA

PANAMA AMERICA

DIAaDIA EN LINEA

REVISTA SIETE!


primera plana

portada

al cierre

nacional

política

opinión

economía

el pueblo habla

comunidad

provincias

sport

el mundo

viva

contacto

sucesos

 

CRITICA
 
FAMILIA
  OPINIÓN


"Sí"

Hermano Pablo | Reverendo

Su mundo fue un mundo de silencio. Desde el vientre materno estuvo privada del oído. Nació sorda, y vivió sin poder tampoco aprender a hablar. Los sonidos para ella no existían. Desde muy pequeña su único lenguaje era el de los signos. Así Sandra Smith, de Sudáfrica, vivió sin oír y sin hablar.

Un día el amor llamó a su puerta. Sandra se enamoró de Kenneth Conrad, compañero de estudios en la universidad. Como soñaba con el día en que Kenneth le propondría matrimonio, mentalmente ensayó decir con la voz y con los labios: «Sí.» El día llegó. Kenneth, arrodillado, le preguntó por señas: «¿Quieres casarte conmigo?» Y Sandra, por primera vez en su vida al oído de otro, aunque no podía oírlo ella misma, pronunció un sonoro «sí».

Esta no es sólo una historia de romance. Es también una historia de tesón, de determinación, de esperanza, de fe. Es una historia del mágico poder que tiene el amor. Sandra, joven universitaria de veinte años de edad, sabía que era sordomuda. Pero se preparó mentalmente para el día en que pronunciaría, cuando menos, una sola palabra. Y cuando el hombre de sus sueños le propuso matrimonio, rompió el silencio de veinte años y habló para decir: «Sí».

Decir «sí» o «no» puede cambiar el destino completo de una persona. Si un joven le dice «no» a la primera invitación que se le hace a probar cocaína, y sigue diciendo firmemente «no» a toda otra invitación posterior, se librará del funesto vicio.

Si una adolescente aprende a decir «no» a cualquier requerimiento malsano que le hace el joven, se librará de la pérdida de la pureza y del embarazo fuera del matrimonio. El «sí» y el «no» pueden tener enormes repercusiones. El poder de un «no» puede salvarle la vida.

Hay otro «sí» y otro «no» que tienen consecuencias eternas. Son el «sí» o el «no» con que respondemos a la invitación divina. La invitación es esta: «Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos» (Proverbios 23: 26). Responder con un «no» es negarnos eternamente la paz que Dios nos quiere dar. En cambio, responder con un «sí» es encontrar la razón de nuestra existencia, es encontrar la verdadera felicidad, es encontrar a Dios. Respondamos con un «sí» a la invitación divina. Es nuestra única salvación.



OTROS TITULARES

Primer discurso

Sin embargo, aplico la ley del embudo

Control, prevención y respuestas

Infiernillo político

Déficit sacerdotal

"Sí"

Murcia y procuraduría

 


 

  





linea
linea gris
 

   copyright © 1995-2008, CRITICA EN LINEA
todos los derechos reservados