Aunque propiamente meterse una gallete al bolsillo y no pagarla no es un robo en sí, hemos querido utilizar la palabra para un mayor entendimiento en esta columna, pero hagamos las correcciones de inmediato.
Robo, según la Real Academia de la Lengua Española, es apropiarse de algo ajeno contra la voluntad de su dueño, generalmente utilizando la violencia, mientras que hurto es tomar o retener bienes ajenos contra la voluntad de su dueño, pero sin hacer uso de la violencia.
Explicados los conceptos, entremos en detalle. Hay personas que se meten a las tienditas para extraer de ahí todo lo que desean. Y no nos referimos a los que se ponen una media en la cara y le apuntan con un "gun" al dependiente, sino de los que han perfeccionado la técnica del hurto sutil, pero igual de descarado.
Ellos emplean varias de sus técnicas, unas de ellas enfocadas en entretener a un dependiente mientras el delincuente se mete la azúcar, el arroz, la latita de salsa o la galleta en sus partes. Pagan por una cosa, pero se llevan cuatro gratis.
Esta práctica, sea con o sin violencia y visto desde cualquier ángulo es un vulgar delito que es sancionado por las leyes de este país.
No es posible que existan personas dedicadas a robar, sobre todo ahora que los asiáticos hasta créditos otorgan a sus clientes para que lleven algo de comer a su casa.
Si usted es de esos panameños que anda de tienda en tienda llevándose lo que no ha pagado, sepa que -aunque crea que no lo vieron- hay alguien que sí sabe todo lo que hace. No es necesario que se esconda, pues Él se da cuenta por lo que se delata en su corazón.
Su actuar es cómplice. La conciencia le martilla porque que no puede andar con libertad. Donde vaya, se sentirá perseguido porque sabe que hizo mal.
Si no desea sentirse más así, pida perdón por este u otros pecados que haya cometido en su vida y reoriente su vida hacia el camino de la paz y del buen entendimiento entre los miembros de la sociedad.
¡Cambie muchacho!