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15 años viviendo de la literatura

Jean Marcel Chéry
Crítica en Línea
Mariano Azuela, Franz Kafka y Rubén Darío ocasionalmente confluyen en la esquina de calle 34 oeste y Avenida Perú, en Calidonia. Es que estos -y otro muchos- genios literarios, o por lo menos sus obras, se reúnen en un pequeño kiosco, ubicado en Calidonia, y cuyo propietario es Lolo. Lolo, apodo de Rolando Martínez, instaló esa "librería popular" en 1984 y desde entonces vende joyas literarias a 50 centavos, uno o dos balboas. El comerciante asegura que la venta de libros le ha permitido sustentar a su familia durante más de 15 años. Pero los libros de grandes autores, sólo son una parte de la mercancía de Lolo. Entre su mercadería también hay libros de texto, novelas románticas, revistas de variedades y misceláneas, además de pasatiempos y hasta publicaciones pornográficas. "Cuando comencé, vendía de esas novelas románticas y las mujeres se acercaban mucho y se corrían la voz entre ellas y rápidamente hice buena clientela", dijo Martínez. "Probé con libros y chucherías, como peines y golosinas, y lo que mejor resultó fueron los libros", agregó. "Aquí se dice mucho que los panameños no leen, pero no estoy muy de acuerdo con eso, porque he logrado mantener a mi familia por 15 años, gracias al hábito de la lectura de muchos panameños", consideró Lolo. Quizá -dijo- lo que pasa es que los libros de las librerías formales están muy caros y los panameños con ganas de leer no pueden tener acceso a esos libros, de manera que recurren a mi puesto, indicó Lolo. No obstante, reconoció que el auge en sus ventas se debe más que a nada a la ubicación de su kiosco. "Por esta esquina pasan cientos de personas diariamente, muchos de ellos funcionarios de las instituciones cercanas, y la mayoría dan -por lo menos- una ojeada a los libros y revistas", sostuvo. "En tiempo de escuela las ventas aumentan, debido a que también vendemos libros de texto usados que, en su mayoría, los compramos a los mismos clientes", dijo. Es decir que "gran parte de mi clientela, también son mis abastecedores", indicó. Lolo dijo que vender libros ha sido productivo para él, al margen del factor comercial, debido a que "siempre ando ojeando los libros que vendo y de ellos he aprendido mucho". Indicó que no se siente muy cómodo vendiendo revistas para adultos. Aunque son unas de las que se pueden vender más caras, "me ha sido difícil conseguirlas, porque antes la compraba a los panameños que trabajaban en las casas de los estadounidenses en la zona", manifestó. "Las revista para adultos, ahora las compró a otros vendedores, quienes me las quieren vender cara, impidiendo que yo las pueda vender a un buen precio", relató. Sin embargo, la particularidad del kiosco de Lolo no es la variedad de su mercancía, sino su precio y la informalidad de su negocio. Lolo dijo que la mayoría de sus libros y revistas cuestan un balboa. "Claro que hay unos un poquito más caros, pero es porque son más recientes, pero no cuestan más de cuatro dólares", aclaró. Lolo nota que las damas leen más que los hombres. Estimó que dos de cada tres compras de libros o revistas son efectuadas por mujeres. También son las que más "ojean" todos los libros y revistas, no sé si es por la curiosidad innata en ellas o por un verdadero interés en leerlas, concluyó.
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De acuerdo a "Lolo", las mujeres leen más que los hombres. Las estimaciones de este comerciante destacan que, dos de cada tres clientes suyos, son damas.
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