El presidente de Haití, Jean-Bertrand Aristide, renunció y abandonó su país para "evitar un baño de sangre", según un comunicado leído el domingo por el primer ministro, Yvon Neptune, en la televisión estatal.
El jefe de la Corte Suprema haitiana, Boniface Alexandre, fue designado como presidente para encabezar un gobierno de transición, como establece la constitución de Haití.
Aristide, quien se convirtió en el primer líder elegido democráticamente en el país en 1991, partió de de Haití hacia un destino desconocido tres semanas después del inicio de un sangriento alzamiento de rebeldes armados que se ha cobrado cerca de 70 vidas.
Los rumores de la marcha de Aristide fueron motivo de celebración entre sus enemigos políticos, que no apoyaban a los rebeldes pero acusaban al presidente de violación a los derechos humanos y de corrupción.
"Es fantástico para el país. Era lo que estábamos esperando", dijo Charles Baker, un líder de una coalición de grupos de oposición políticos y cívicos. "Ahora estamos celebrando. Después, volveremos al trabajo".
Aristide, un ex sacerdote católico, asumió el poder por primera vez en 1991, como el primer presidente electo en el país, pero fue derrocado por un golpe de bbbEstado meses despues.
Fue restablecido en el poder tras una invasión de Estados Unidos en 1994, y reelegido en el 2000 para un segundo mandato, en unos comicios considerados fraudulentos por la oposición.
Aristide había reiterado en varias ocasiones desde el jueves que no abandonaría su cargo porque, según aseguraba, eso erosionaría aún más la débil democracia del país. "Tuvimos 32 golpes de Estado. Es suficiente", dijo a CNN.
SAQUEOS Y VIOLENCIA
Aristide había prometido el sábado no abandonar el poder hasta que concluyera su mandato en 2006, a pesar de que los rebeldes que buscaban derrocarlo avanzaban hacia la capital.
A principios de semana, el Departamento de Estado había apoyado un acuerdo bajo el cual Aristide compartiría el poder con la oposición política.
Los rebeldes dijeron que se habían acercado a menos de 50 kilómetros de la capital, y la habían rodeado con el fin de evitar la llegada de suministros y derrocar a Aristide.