La cantidad de viajes al extranjero que realizan los altos funcionarios, al igual que la finalidad de los mismos, el número de miembros de las delegaciones, su afinidad con los funcionarios y las enormes sumas de dinero que estos movimientos implican, han sido tema de debate y agrias críticas.
Las administraciones de Ernesto Pérez Balladares, de Mireya Moscoso y de Martín Torrijos no escatimaron en viajes. De hecho, cada uno acumuló un poco más de millas que su anterior predecesor.
No se trata de criticar los viajes en sí mismos. Si la finalidad de este es conseguir inversión para el país, acuerdos en materia económica, social o en la lucha contra el crimen, los viajes se justifican.
Lo que sí es inaceptable es que los líderes de la actual administración se la hayan pasado en campaña política censurando los viajes de los mandatarios anteriores, cuando hoy en día salen del país a un ritmo incluso más acelerado. Y que encima de eso, se enfrenten una vez más a los medios de comunicación que les sacan esa verdad.
El exceso de viajes injustificados al extranjero fue uno de los caballitos de batalla de la campaña política del ahora denominado "Gobierno del Cambio". Ahora defienden todas y cada una de las salidas al extranjero.
Este es el tipo de cosas que los estrategas del gobierno y asesores deben considerar a la hora de analizar la estrepitosa baja en popularidad del Presidente de la República, en vez de estar enfrentándose con la prensa nacional.