JESUCRISTO, EL AGUA QUE CALMA LA SED
La liturgia este domingo nos invita a reflexionar sobre el simbolismo del agua, que sugiere el don del Espíritu de Dios, pero para entender esto es necesario ser instruido por Cristo. Hoy el Evangelio nos muestra esta enseñanza: Cristo es el don de Dios, y el agua que da significado al don divino, que nos hace posible abrir el corazón y amar a Dios "en espíritu y en verdad".
"Señor, dame esa agua: así no tendré más sed".
Este bello pasaje del Evangelio de hoy nos presenta a Jesús, que sin importarle las barreras culturales, religiosas y sociales, dialoga con una mujer samaritana, y además considerada pecadora. Así nos enseña a superar los prejuicios que nos impiden la comunicación con Él y con los hermanos; nos indica cómo podemos encontrar a Dios y tener una vivencia profunda de Él, y nos muestra lo maravillosa que puede ser nuestra vida si nos disponemos a que su Espíritu no sólo nos renueve y nos transforme, sino que nos convierta además en testigos de su acción salvadora.
Jesús nos muestra con su actitud que Dios nos ama y que necesitamos ser sanados de todo lo negativo que hay en nuestra vida. Nos invita a través de su Palabra, a que al igual que la samaritana que lo descubre y se convierte en discípula, también nosotros, que somos sus seguidores y considerados su pueblo escogido, seamos ejemplo y luz en este mundo que cada día se siente más alejado de Dios y afectado por la vanagloria, por su egocentrismo.